El concurso pictórico que este año entregó 20.000 dólares en premios aspira a ser un referente internacional, según sus organizadores. Críticos de arte analizan la última edición  del Salón de Julio.

El propósito del Salón de Pintura de Julio 2004 era convertir a este certamen en un espacio para artistas plásticos de otros países. Así lo expresó Melvin Hoyos, director de Cultura y Promoción Cívica del Municipio de Guayaquil,  además explicó que el primer paso para esa internacionalización fue la inclusión de jurados extranjeros.

Los críticos de arte Jaime Cerón y Marianne de Tolentino, colombiano y dominicana, respectivamente; y el artista plástico español José Marí Herrera nombraron –el 21 de julio pasado–  a un quiteño, una cuencana y un guayaquileño como  triunfadores del Salón de entre 201 obras.

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Herrera refirió que los autores de las piezas unánimemente elegidas como ganadoras (Wilson Paccha, primer lugar,  Janeth Méndez, segundo,  y Marco Alvarado, tercero) “evidencian una búsqueda de nuevos soportes, de nuevos referentes; demuestran que entienden la cultura en un sentido amplio”.

Pero, según Rodolfo Kronfle, crítico de arte, este concurso ha perdido su rigor, pues tiene obras que son incompatibles visualmente. “Este Salón no desciende al desorden de años atrás, pero no conserva la consistencia lograda en el 2003”, comentó.

“En esta edición hay trabajos tremendamente diversos en cuanto a sus preocupaciones e intenciones”, agregó.  Como grandes líneas de trabajo, Kronfle ve dos más acentuadas: las que abordan preocupaciones inherentes a la naturaleza del ser con todos sus problemas e inquietudes, y otro grupo de obras que dialoga con la realidad social, cultural y política que nos atraviesa en la experiencia diaria.

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Se tomó en cuenta la comunicación entre el artista y el espectador. Marianne de Tolentino, desde su posición de jurado, expresó que hubo “piezas con las que no existió la comunicación que se produjo con las ganadoras porque eran pobres en cuanto a la creación y a la técnica”.

Paolo Marangoni,  director del Salón de Julio 2004 (un concurso que tiene 45 años), afirmó que el certamen “ha tenido momentos buenos y malos. Considero que este marca el inicio de una nueva época”, dijo.

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Pero para Tania Sacoto, historiadora de arte, el Salón de Julio “está en pañales”. Sacoto expresó que el monto de los premios que se otorgan (10.000, 6.000 y 4.000 dólares) no contribuye al estímulo de la promoción artística.

“Los últimos salones se han vuelto uniformes en cuanto a   recursos expresivos, soluciones plásticas y temas. Una vez más, nos encontramos con un salón mayoritariamente hiperrealista intimista, que trata de reproducir el instante de un gesto, en detrimento de los procesos y de los valores conceptuales de la obra”, manifestó Sacoto.

La historiadora  agregó que en esta línea de trabajo se encuentran Marco Alvarado y los pintores jóvenes que siguen su escuela, a quienes llama ‘Alvaraditos’. En su opinión, la obra de Paccha “tiene un juego provocador del que el espectador no puede sustraerse”.  Kronfle aseguró que  el Salón de Julio salió de un proceso de deterioro, “de una falsa democratización y laxitud que lo había tornado en una desordenada feria que incluía indistintamente verdaderos adefesios exhibidos junto a artistas serios, y que con el tiempo logró el alejamiento de estos últimos o su participación como una ventana meramente oportunista para obtener una recompensa económica.  Se había perdido el grado de honor y validación que conllevaba ganar un Salón”.

NOTAS

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45 años
El Salón de Julio  Fundación de Guayaquil se inauguró en 1959. En ese año el ganador del primer premio fue el norteamericano Lloyd Wulf Schomaker.

Exposición gratuita
Las 32 obras  de esta edición  del  Salón  estarán expuestas hasta el próximo 21 de agosto. Se podrán apreciar gratuitamente de martes a sábado, de 09h00 a 17h00, en el  Museo Municipal (Sucre entre Pedro Carbo y Chile).
Datos históricos del

Salón de Julio
En 1961 se otorgó el primer premio a tres obras del artista Bolívar Mena Franco. En 1963 y 1970 no hubo el Salón debido a problemas políticos por los que atravesó el país. En 1994 el certamen se denominó Primer Salón Formas Alternativas de Creatividad, el cual ganó el bailarín guayaquileño Jorge Parra. Él  presentó una danza  denominada  Signos retrospectivos.