Es el momento ideal, entonces, para debatir las grandes reformas que hacen falta en la Seguridad Social, y cuya ausencia tanto lamentamos cuando los jubilados acaparaban la atención.

Pocas veces como ahora existió un ambiente tan propicio para un cambio radical en el IESS. El conflicto de los jubilados dejó en claro que la institución no podría seguir como hasta este momento, y la opinión pública, que así lo comprendió, apoyará con toda seguridad las iniciativas que se tomen para corregir los problemas conocidos por todos.

Le corresponde al Ejecutivo tomar la iniciativa. El primer paso debería ser un estudio profundo que revele la verdadera situación financiera del IESS y que muestre dónde están los nudos principales de ineficiencia y corrupción. Al mismo tiempo se tendrían que presentar alternativas para corregir esas fallas urgentes, y una propuesta para el mediano plazo que sustituya el manejo burocrático por una administración moderna y competitiva, sin rehuir el debate sobre el modelo de seguridad social que el país desea.

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Por esta vez, al menos, aprovechemos la gran oportunidad que se ha creado para un cambio profundo en un área fundamental.