Cuba puede ser el obstáculo que se interponga entre Michael Moore y sus posibilidades de recibir un nuevo Oscar al mejor documental por Fahrenheit 9/11.

Según informó ayer la revista Variety, el polémico documental contrario al Gobierno de George W. Bush fue emitido la semana pasada en la televisión cubana.

Al parecer, se emitieron dos pases de la cinta, uno de ellos con el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, como presentador, añadió la revista.

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De acuerdo con las reglas de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, que entrega los Oscar, los documentales no pueden ser emitidos ni por televisión ni en internet durante los nueve primeros meses desde su estreno si quieren calificarse como aspirantes al Oscar en la categoría documental.

Esta regla no tiene en cuenta aquellas proyecciones piratas, realizadas sin el consentimiento del autor.

Ni Moore ni los encargados de la distribución del filme han aclarado por el momento si la emisión de Fahrenheit 9/11 en Cuba fue fruto de una copia pirateada de la cinta o contaba con autorización.

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Aunque la emisión en la televisión cubana descalifique a Fahrenheit 9/11 como posible aspirante en la categoría de mejor documental, la cinta puede estar presente como mejor película.

Si esta situación se llega a dar sería la primera ocasión en la que un documental aspira al Oscar como mejor película. Moore consiguió en el 2003 el Oscar en la categoría de mejor documental con su producción anterior, Bowling for Columbine, un alegato contra la libertad de venta de armas que existe en casi todo Estados Unidos.

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NOTAS

PROYECCIÓN EN CUBA
La televisión cubana, en manos del gobierno, usó uno de sus espacios políticos más destacados para transmitir el pasado jueves el documental Fahrenheit 9/11.

MESAS REDONDAS
El filme fue programado en el espacio de las mesas redondas, habitualmente destinado a exponer la posición de las autoridades isleñas sobre diversos temas ante la población.

DISCURSO DE FIDEL CASTRO
La exhibición del filme sucedió dos días después del discurso de Fidel Castro en el cual dudó de la capacidad de su homólogo estadounidense de tomar decisiones, tras 20 años de consumo sistemático de alcohol y por sus compromisos con los sectores conservadores del país.

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