La ceguera ha privado a más de 150 niños invidentes de la urbe –según la estadística de la Escuela Municipal de Ciegos hasta el año pasado–   conocer los tradicionales cuentos infantiles de Andersen o de otros autores, ya que no hay textos diseñados especialmente para ellos.

Por esta razón,  unos quince maestros de planteles fiscales acudieron ayer al taller sobre el ‘Uso y manejo del material didáctico para la enseñanza y aprendizaje de las personas con esta discapacidad’, que se impartió en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Guayaquil y que lo organizó el Ministerio de Educación.

La guía del curso, Imelda Fernández, les explicó a los asistentes sobre la elaboración de los cuentos en alto relieve y con texturas.

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Los materiales consistían en cartones, espumaflón, fómix, lana, algodón, paja, cartulina, papel cometa y hasta objetos de juguete como peinillas, tarros de goma, palillos de algodón, toallas y cuerdas.

Héctor Santana –director de un grupo de teatro de títeres– y cuatro profesoras más decidieron inventar una historia infantil en la que predominaran los gestos de los personajes.

El argumento del cuento es el siguiente:

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 “Juanito, un niño de 5 años se despierta muy temprano  enojado porque su mamá lo ha llamado. Tiene que ir a la escuela y el expreso lo espera en el paradero que está frente a su casa. Al final, Juanito acude rápidamente al sitio y se encuentra con Florcita, su mejor amiga”.

Sin perder el tiempo, los docentes recortaron siluetas de personas en cartulinas. Elaboraron los rostros en moldes de cartón para destacar las emociones en los ojos y de la boca.

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Yolanda Castro, profesora de la escuela de la Fundación Jacinta y Francisco, escogió el uso de telas, lana y botones para representar  el cuento del Rey Midas con figuras bidimensionales.

Vistió a  los personajes con batonas de reyes, les puso coronas confeccionadas con cartulinas gruesas y añadió lana para representar su cabello.

El entorno geográfico como el Sol, los árboles y los castillos los hizo a base de pastas de cuadernos, botones y papel cometa arrugado.

Para la simbolización de la historia de La gallina de los Huevos de Oro, Lola Álvarez y Natacha Sánchez, docentes de las escuelas Alfredo Baquerizo Moreno y Humberto Moreira, prefirieron utilizar objetos como una gallina pequeña de plástico, paja y cercas de madera como las que se usa en los pesebres.

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Después de este taller que concluirá el viernes próximo, los maestros recibirán clases de Braille, la escritura para ciegos.