En ciertos casos ese descuido puede acarrearle a la persona afectada consecuencias desagradables, como la de ser acusada erróneamente de cómplice, porque solo la denuncia deja expresa constancia de la inocencia de la víctima. Es lo que puede ocurrir, por ejemplo, cuando el propietario de un vehículo es forzado a acompañar a los delincuentes mientras estos usan su automóvil para cometer otras fechorías.

¿Por qué entonces los ciudadanos no denuncian esos delitos? En parte, porque presentar una denuncia se ha convertido en un proceso excesivamente engorroso.
En el caso de automóviles robados, ha habido personas que tiempo después de solucionar su problema, comprueban que su vehículo sigue apareciendo en las listas de objetos robados que maneja la Policía, lo que les origina todo tipo de inconvenientes.

Asimismo, el ciudadano que denuncia un crimen teme ser víctima de represalias, pero nadie le ofrece ningún respaldo, entre otros motivos por la falta de recursos de la institución policial. Sin apoyo, el ciudadano se siente solo y no se anima a acusar a los delincuentes.

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Hay aquí todo un campo de problemas que la Policía Nacional debería analizar con detenimiento. Mientras no se le facilite al ciudadano que denuncie a los criminales, estos tendrán una enorme ventaja a su favor.