Los Olvera y Conde muestran su gratitud por la ciudad que los recibió, en donde aspiran continuar.

Carlos Olvera Avilés, riosense, expresa satisfacción por los 25 años que pronto cumplirá su restaurante La Quinta de Kalito, ubicado en Aguirre entre Boyacá y García Avilés, en el centro de la ciudad.

El menudo hombre aduce que el éxito de su negocio se  debe a que aplica bien el lema Una familia a su servicio, eslogan con que sus clientes bautizaron al local.

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Para ello cuenta con la colaboración de su esposa María Mendoza y sus hijos Katty, Henry, Sharon y eventualmente Miguel, quien vive en Quito.

Dice que su preocupación no es solo por la adecuada atención a la clientela que forman en su mayoría  ejecutivos y empleados de instituciones bancarias y almacenes del sector, sino por ofrecerle en forma permanente aquellos platos caseros que recuerdan los que preparaban abuelas o madres de antaño, tales el sancocho, caldo de albóndigas, achochas y niños envueltos, arroz con fréjol de palo y otros.

Junto a ese cuidado por tener vigente las tradiciones gastronómicas enseñadas por su madre, ofrece novedades a sus favorecedores.

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Recuerda sus comienzos en mayo de 1980 en Francisco García Avilés 206 y Nueve de Octubre y su paso a Boyacá entre Vélez y Nueve de Octubre, adonde llegaron artistas como Leo Marini y el empresario Juan José Aguirre.

A su actual ubicación concurren  pintores, cantantes, médicos, periodistas y más profesionales en busca del popular arroz con menestra o chupe de pescado que suele preparar su esposa.

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Barquillos

Manuel Enrique Conde Lavayen, guayaquileño nacido en 1941, prepara en su casa taller de los Sauces 3 los populares barquillos y candi suiza, que tanto mencionan en sus libros los tradicionistas y folcloristas de esta ciudad.

Igualmente él sostiene que desarrolla con gusto su labor, pues logra que las tradiciones de la urbe no desaparezcan a pesar de tanta influencia externa y de los propios vecinos que no aprecian el legado de sus mayores.

Relata que en julio de 1898 llegó a Guayaquil  su abuelo Pedro Conde Hernández, español,  y como portaba una maquinita manual de hacer barquillos la puso a funcionar  e hizo popular la preparación. 
Se unió su esposa guayaquileña Juanita Gutiérrez Calderón, con quien procreó a Manuel y Ángela Conde Gutiérrez, que recibieron los secretos de la receta y la forma de elaborarlos.

Don Manuel Conde, padre de Manuel Enrique, le enseñó  a la numerosa prole que tuvo con Iva Lavayen Zenck; los hermanos Conde Lavayen lo hicieron con sus descendientes.

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