Ricos, sí: pero de lo que vale a los ojos de Dios:

Trabajar honradamente, aunque nunca pasemos de ser “un don nadie”, “un pobre diablo”, un pobretón cualquiera...

Tender la mano a todo el que podamos, aun a riesgo de que alguno nos tome el pelo...
Olvidar las ofensas, aunque alguien pudiera decirnos que “no tenemos dignidad” o que somos “unos cobardes”...

Ser tan ingenuos “como para salir garantes de aquella familia que necesita un préstamo o va a arrendar un departamento...

Publicidad

“Perder el tiempo” visitando a un enfermo o pasando un rato con un ancianito que vive abandonado o ayudando a una vecina...

Tomado de la hoja  Luz del Domingo, del Centro Salesiano de Pastoral.