Los subproductos de plátano cifran una estupenda oportunidad comercial para la agroindustria nacional porque no hay mayor competencia en el mundo.

Manuel Zhindon está sumido en la industrialización del plátano hace 31 años.
Como su enfermedad es el trabajo y su mayor anhelo el crear miles de empleos, la empresa familiar que empezó con la popular Banasoya ahora exporta cerca de veinte productos, entre derivados del plátano, yuca y pulpa de frutas que procesan en El Carmen (Manabí) y Guayaquil.

El mercado foráneo lo atienden desde 1999 y no surgió con el producto que más conocían, sino con la yuca. La broma que  hizo Manuel en Miami (EE.UU.) a un proveedor cubano: “Te compro mucho y no te vendo ni un dólar”, propició semanas después la venta inimaginable de diez contenedores de una yuca criolla Carmeneña, que resultó ser mejor que la afamada costarricense y el ancla de transacciones posteriores de alimentos típicos.

En el 2003, solo esta agroindustria procesó como maduro frito, patacón, bollos, bolones, chifles dulce y salado y harina cruda unas 3.600 TM de plátano barraganete y en menor proporción dominico, a un precio de compra en planta que fluctúa durante el año de 12 a 20 centavos el kilo.

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La fruta la compran sana y seleccionada a los productores, porque la calidad impera y porque el norteamericano gusta mucho del maduro frito en rodajas grandes. Es una actividad en vías de expansión y con las otras actualmente ocupa a unas 250 personas. Zhindon aseguró que todo lo aprovechan. La cáscara, para las vacas lecheras; el desecho lo convierten en abono orgánico; los dedos deformes y pequeños, en harina y chifle, y hasta del plátano maduro piensa a futuro fabricar  vinagre.

También enumeró dos proyectos a corto plazo: el montaje de una línea de producción de harina de banano-trigo-soya y otra de harina de plátano precocida –elaborada tan soluble como la leche en polvo–.

Comentó que en el pasado el único esfuerzo oficial de apoyarlos fue con el programa de sustitución del 10% de la importación de harina de trigo por la de la musácea, pero de eso solo subsiste una panadería cerca a la Politécnica.

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Al cifrar la diferencia entre el costo del producto procesado y el fresco, comparó el valor de un contenedor de plátano fresco de $ 7.000 a $ 8.000 con uno procesado de $ 16.000. “Un beneficio que el gobierno no protege con medidas compensatorias para que las exportaciones fluyan normalmente más cuando los altos costos navieros amenazan dejarlos fuera del mercado. Nuestra oferta para ellos es una migaja, pero para el país es importante y promisoria”, acentuó.

Hoja de plátano

Hubo el pedido del comprador en Estados Unidos para envolver bollos, tamales, hayacas y otros preparados que requieren de la hoja de plátano para mantenerse frescos y con un sabor especial, y empezamos a investigar guiándonos por la preparación tradicional del cocinado de la hoja, relató Zhindon.

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La técnica, explicó, consiste en pasar una vez y despacio por la llama el haz de una hoja verde y sana de unos 30 cm de ancho, para que el vapor le dé un color verde brilloso y adopte la textura similar a la tela. Las dos partes laterales se cortan por la unión, se despuntan, clasifican y limpian, para doblarlas y empacarlas.

Son conservadas en cuarto frío y es un proceso que de la mata hasta el cuarto frío no recomiendan pasarse de las 24 horas. La materia prima, que no cuesta, proviene de la primera hoja bajera a los 40 días y cada planta bien fertilizada bota otra para asar cada siete días. Afirmó que esto llega a representarle al platanero el 50% de ingreso adicional neto respecto del valor del racimo, es decir, unos 40 centavos libres del pago de la mano de obra y la operación de la cocineta.

La firma paga 20 centavos por libra de hoja preparada y calculan los técnicos que mínimo la plantación rinde de 5 a 6 libras/unidad/año.

El deshoje de las bajeras no perjudica al desarrollo del racimo y no desestiman que los  supermercados internos también muestren interés por adquirirla al tratarse de una envoltura natural sana y bien presentada.

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El agroindustrial sostuvo que con el tiempo puede convertirse el plátano en un rubro interesante que  ayudará a mejorar la balanza comercial de pagos por la caída de los tradicionales.