Todos tenemos derechos a adquirir conocimientos artesanales o académicos para subsistir honestamente, siempre que el diploma, título o documento que lo acredite sea bien logrado u obtenido.

Se ha comprobado que la aceptación masiva o indiscriminada de estudiantes en universidades o cualquier otra institución educativa es inconveniente por lo siguiente: cuando una persona decide estudiar lo hace por lo general porque tiene vocación, lo cual es satisfactorio y conveniente; pero cuando por error toma dicha actitud resulta contraproducente, perjudicial, porque el Estado no tiene suficiente dinero para dedicarlo a la educación pública, la cual debería ser prioritaria para la comunidad.

Es deplorable que profesionales capacitados, honestos, que tras perseverancias y gastos económicos han logrado graduarse, se sientan frustrados al no encontrar luego trabajo para subsistir. Frecuentemente, abogados, doctores, ingenieros y demás personas instruidas han tenido que buscar otras actividades que no satisfacen sus anhelos.

Publicidad

Woodrow A. Feijó Pozo
Guayaquil

Ingresar a las universidades se ha convertido en un viacrucis para los estudiantes de escasos recursos económicos, ya que con la denominada autogestión el estudiante tiene que pagar elevadísimos costos que no están a su alcance cubrirlos.

Un elevado porcentaje de estudiantes, específicamente de colegios fiscales, no pueden, una vez graduados, acceder a una profesión académica superior, por lo que el Estado debería solventar económicamente a las universidades estatales para reducir los costos al estudiante.

Publicidad

Ing. Gilbert Ortega C.
Guayaquil