El 22 de junio pasado, la tranquilidad terminó para Salomé Montúfar, cuando decidió participar en las protestas de los jubilados en busca de una mejor pensión. Ese día se enteró, a través de una radio local, que los pensionistas iniciarían un paro en el edificio Zarzuela, del IESS.

A sus 68 años nunca antes había intervenido en una huelga, pero decidió dejar su hogar porque pensó que era la oportunidad para lograr su sueño: terminar su casa con una mejor pensión.

Participó esa noche en la toma del Zarzuela; pernoctó allí, asistió todos los días para apoyar a sus compañeros y, cuando se inició la huelga, se apropió de un colchón y no regresó a  casa durante catorce días.

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Salomé trabajó como camarera de un hotel por 30 años y para completar sus aportes para la jubilación laboró como empleada doméstica. Los 80 dólares mensuales no le bastaban para concluir  su vivienda, donde habita con su esposo, un hijo y tres nietos.

“En lo que me queda de vida quiero vivir en una casa bonita y agradable”, comentó ayer en el camino de regreso a su hogar desde el hospital Carlos Andrade Marín, donde recibió atención médica.

Ese fue el pensamiento que la llevó a participar en la huelga de hambre. “Esperaba un incremento de 115 dólares. Ahora regreso con 60... qué más me da”, expresó.

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Ayer en su vivienda su hijo, Patricio Montesdeoca, la recibió con los ejemplares de los periódicos que habían registrado su imagen durante las protestas.

Para Salomé fue una novedad salir en la prensa nacional. “Hicimos historia”, manifestó orgullosa.