El espejo roto que le regaló su hija Patricia fue lo último que empacó en su funda plástica. 

Y es que la pensionista María Amaguay, de 56 años, arregló, desde la madrugada de ayer, sus pertenencias. Ella quería tener todo en orden para regresar a Pascuales y ver a sus ocho hijos.

María participó en la toma de la Caja del Seguro –que duró 42 días– y en la huelga de hambre. A las 12h00, abandonó la dependencia, después de que los jubilados entregaron las instalaciones a los trabajadores del Seguro y escuchar una misa en memoria de sus compañeros fallecidos.

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Cuando llegó a Pascuales, su hijo, Carlos Antonio Pérez, y sus nietas, Nicole y Nataly, la abrazaron.

El rostro de María se iluminó, a pesar de que su hijo reprochó lo que había hecho. María aceptó el reclamo, pero no le molestó. Estaba feliz. Lo único que quería era volver a jugar con sus nietas.