Los jubilados se niegan a suspender la huelga de hambre, a pesar del ofrecimiento del presidente de la República, coronel Lucio Gutiérrez, de cancelar el incremento de las pensiones el 20 de agosto próximo.

Ayer, en el edificio Zarzuela, 21 personas seguían en la medida. En ese momento, el único problema médico eran las continuas variaciones en la presión arterial, detectadas por los médicos del Consejo Provincial de Pichincha.

Carmen Molina, de 64 años, expresó que no creía en los ofrecimientos del Primer Mandatario. “Su palabra está devaluada, un día nos dice una cosa y mañana otra. No es confiable”, manifestó.

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Carmela Paredes, reina de la Tercera Edad, quien se mantiene en ayuno desde hace doce días, criticó la decisión de un grupo de jubilados de Guayaquil de suspender la huelga de hambre.

Está segura de que los ancianos en Quito continuarán en sus protestas hasta que el aumento se concrete. “Lo único que esperamos es ver el aumento de pensiones en el Registro Oficial”, dijo.

Maritza Álvarez, hija de Paredes, se siente afectada por la medida de hecho porque ha significado un desgaste, no solo para los jubilados sino para sus familias. “Procuramos estar aquí en todo momento, es como si nosotros también estuviéramos en huelga”, expresó.

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Impiden entrada

El domingo hubo, entre visitas solidarias, un festival artístico y un leve enfrentamiento en las afueras del Zarzuela, cuando los jubilados impidieron que dos supuestas empleadas del Instituto Ecuatoriano de Seguridad sacaran información del edificio, donde funcionan las oficinas de los directivos.

Las dos mujeres fueron sorprendidas con dos disquetes que presuntamente contenían información extraída de las computadoras del edificio.

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Hoy por la tarde, la asociación de jubilados Batalla de Tarqui, que dirige las protestas en el Zarzuela, presidirá una marcha hacia la Presidencia de la República.