Una ceremonia recordó ayer en el aeropuerto parisino de Roissy-Charles de Gaulle a los 113 muertos del accidente del Concorde, en el cuarto aniversario de un hecho que marcó el declive del famoso avión supersónico y cuando la investigación toma un rumbo que podría causar procesamientos.

Familiares de las víctimas, en su mayoría alemanas, fueron invitados a reunirse ante el monumento erigido en su memoria en el aeródromo antes de participar en una ceremonia multiconfesional en Gonnese (afueras de París), donde se estrelló el aparato el 25 julio del 2000.

Ese día, el avión, uno de los seis Concorde de la compañía francesa, despegó de Roissy sin que su tripulación supiera que una pieza metálica de otro aparato, un DC-10 que había despegado previamente, había rajado una llanta, que acabó reventada.

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Varios fragmentos de la rueda impactaron en el depósito de combustible número 5, que prendió en llamas. Sin control, el aparato se estrelló contra un hotel.

Las investigaciones toman un nuevo rumbo y es posible que los eventuales errores de mantenimiento del DC-10 desemboquen en una acusación de “homicidio involuntario por imprudencia”.