Como dijo un marqués, “no hay mayor placer en la vida, que hacer leña del árbol caído”. Por eso, he aquí algunas opiniones sobre la selección ecuatoriana de fútbol expresadas por distinguidos profesionales que prefirieron permanecer en el anonimato:

Un psicólogo: “Los jugadores no quieren a la madre común, que es la patria; sufren del complejo de equipo”.

Un obstetra: “¿La selección nacional? Nació mal”.

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Un arquitecto: “Es un edificio con una fachada desfachada”.

Un cardiólogo: “Vamos a tener que practicarles un byepass”.

Un abogado: “Esto es cosa jugada... pero mal”.

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Un odontólogo: “La selección careció de jugadores incisivos, y la amolaron”.

Un químico: “La fórmula de juego estuvo mal dosificada y les explotó en la cara”.

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Un arqueólogo: “¡Fueron unas verdaderas momias!”.

Un ingeniero civil: “Con una carga tan pesada de goles se les vino abajo el puente”.

Un economista: “Las tasas de interés han bajado. Ya nadie los quiere ver jugar”.
Un contador: “Un gol... Dos goles...Tres goles... Cuatro goles...”.

Arq. Leonardo Ruiz Barona
Guayaquil

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Es comprensible observar a un futbolista que mete gol, correr desenfrenado con júbilo y pavor, puesto que si es cierto que lleva con alegría el tanto anotado, también corre con el susto de ser alcanzado por sus compañeros para “felicitarlo” lanzándosele, y convertirlo en una especie de pirámide humana, lo cual pone en serio riesgo su integridad física.

Es seguro que después del evento deportivo “los felicitados” sean sometidos a severas terapias físicas contra el estropeo.

Los hinchas del fútbol vemos con angustia tal situación que puede privarnos temporal o definitivamente de buenos goleadores, por lo que se hace necesario reglamentar la celebración del gol entre los jugadores, de tal forma que se dé  en los momentos de descanso, cuando las emociones se han calmado un poco, o ya ni siquiera se justifique congratular a quienes metieron goles pero no ganaron el partido.

En todo caso, la medida es valedera para los triunfadores. Puede alentarse, por pintoresca, que el que mete el gol y sus compañeros de equipo festejen con un baile, como ya lo hacen algunos. Es mejor prevenir que lamentar el daño a un futbolista, que podría quedar con su columna quebrada, o parapléjico.

Arturo Vicente Zambrano C.
Guayaquil