Ellos convocaron a otros jóvenes y antes del mediodía de ayer  200  estudiantes de  colegios y universidades empezaron a llegar al lugar y de ahí salieron en una marcha que los llevó a 9 de Octubre y Boyacá. Se sentaron en la calle  y paralizaron el tráfico por unos veinte minutos.

La energía para gritar y pedir atención para los ancianos les dio ánimo a estos jubilados que hace 37 días comenzaron su protesta con la toma del edificio  de la Caja del Seguro, y a la treintena de ellos que la semana pasada plegó a una huelga de hambre.

Una larga manifestación que le ha quitado las fuerzas a María Amaguay, de 53 años. Ella no es jubilada, pero pelea para que su pensión de montepío de 22 dólares aumente, el único legado que le dejó su esposo cuando murió  hace tres años.

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María es la única que duerme en la Caja del Seguro, su colchoneta está junto a la carpa médica porque su estado de salud empeora con el transcurso del tiempo. Su voz se va apagando y su cuerpo se deshidrata.

Sus venas se esconden y esquivan la aguja que le inyectará un suero que supla su falta de alimentos. Sueros sobran en la Caja, pero se necesitan las tirillas con las que se realizan los análisis para los diabéticos y medicamentos para la tos.

María  no podrá participar en la caminata que desde el mediodía de  hoy  los retirados realizarán para presionar por una decisión rápida para elevar las pensiones.

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