Hoy salen a las calles los jubilados en Quito y en Guayaquil. Realmente no solo reclaman dinero –aunque tienen derecho a exigirlo– sino que se respete su dignidad, porque se pretendió humillarlos, bajo el pretexto de que en el modelo del FMI debían congelarse sus pensiones. Eran y son viejos, se les quiso cuentear que debían comprender que a ellos solo les quedaba intentar sobrevivir, porque el modelo privatizador de la seguridad social sí les iba a dar felicidad a sus nietos. Por ahora que cobren los acreedores externos.

No defiendo ni acuso en singular a gestión alguna del IESS, pero desde 1992, con pocas excepciones, llegaron los privatizadores, parece que con una consigna: si la seguridad social tenía muchas fallas, casi no daba más, había que terminar de depredarla para justificar la privatización.

Los que cuando fueron gobierno dejaron de pagar los aportes al IESS, se volvieron ortodoxos; el IESS debía tragar recursos, pero las prestaciones se deterioraron más, porque había que esperar que se privaticen. El equilibrio macroeconómico del Ecuador pasó a depender de que el Estado no le pague al IESS lo que le debe y que los recursos líquidos estén congelados sin intereses en el Banco Central.

Claro que algunos sindicalistas y politiqueros ayudaron a crear el caldo de cultivo de la descomposición del IESS. Unos cometieron raterías, otros hicieron exigencias desmedidas. No faltaron los que fomentaron el piponazgo. Pero los de los grandes negocios quedaron como “señores”, después de todo nunca les ha faltado socios ocultos en el poder.

Para perder millones de dólares en el concurso de Miss Universo el Gobierno no pidió que por ley se establezcan “fuentes de financiamiento”. La novelería y el boato fueron más importantes.

No se pidió ley para tapar los fraudes bancarios, tampoco se ha hecho algo importante para sancionarlos.

No se requirió ley para que la CFN se convierta en basurero adquiriendo certificados de depósitos y pasivos reprogramados.

No se demandó ley para que el Banco Central gaste en proyectos y programas no prioritarios, con cargo a sus utilidades, en diversas épocas.

No se ha pedido ley para devolver el IVA petrolero, como consecuencia de una débil y derrotista posición del Ecuador en la defensa de los intereses nacionales, lo que es herencia del anterior Gobierno, bajo el pretexto del riesgo de represalias extranjeras.

La ley solo se exige cuando se trata de “financiar” las pensiones a los jubilados. Estoy de acuerdo con que tiene que haber escalamiento, que no deben confundirse las diferentes clases de jubilación y que hay que financiarlas, pero, ¿por qué no se les soluciona el problema a los jubilados y luego se discute con serenidad el financiamiento del déficit que aparentemente se produciría?

Conozco a Ruth Domínguez muchos años atrás. Excelente trabajadora de Emetel, donde se jubiló, líder social, no manipulable. Dios le ha dado la oportunidad de compartir la dirección del movimiento de los jubilados con otros compañeros. En la práctica, los jubilados se convierten en la vanguardia de la lucha social.

Puede ser que no salgamos a las calles, para no crear confusiones políticas, pero todos demosle nuestro estímulo y aplauso, también la justicia, que se merecen.