La decisión de Naciones Unidas sobre ilegalidad del muro de seguridad en Cisjordania no es vinculante.

Israel continuó ayer las obras del muro de seguridad que construye en Cisjordania, a pesar de una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas que le exige derribarlo, en acatamiento a un fallo de la Corte Penal Internacional (CPI).

El fallo de la Asamblea General al igual que el de la CPI no son vinculantes, es decir que su acatamiento por Israel no es obligatorio.

La CPI había fallado que el muro es ilegal y había dispuesto su inmediata demolición.

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La barrera de 685 kilómetros tiene por objetivo, según Israel, proteger a sus ciudades de atentados terroristas, pero los palestinos sostienen que es un apropiamiento de tierras para evitar la formación de un Estado Palestino en Cisjordania y la Franja de Gaza y que aísla a cientos de miles de sus ciudadanos de sus cultivos, escuelas y otras aldeas.

Aunque de inmediato Francia, Gran Bretaña y Rusia se pronunciaron a favor de la resolución, EE.UU., el mayor aliado de Israel, la consideró “inapropiada” para resolver el conflicto entre israelíes y palestinos”.

Mientras, el caos se extiende rápidamente por los territorios palestinos, donde la vieja guardia del presidente palestino Yasser Arafat se enfrentó con una generación más joven, representada por el primer ministro Ahmed Quorei que busca reformas.

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Algunos palestinos temen que la pugna interna pueda derivar en una guerra civil.

Ayer, el jefe del movimiento Hamas, Jaled Mechaal, llamó al orden a Arafat, mientras el parlamento palestino adoptó por mayoría, un informe que critica a la administración de Quorei.

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El primer ministro ha dicho que seguirá en el cargo por ahora, pero manifestó su frustración por la negativa de Arafat de permitirle reformar las instituciones palestinas que son vistas como corruptas y los servicios de seguridad, poco transparentes.

Arafat se comprometió por su parte a proseguir “sus esfuerzos para consolidar la unidad palestina”.