Cuando el pequeño avión de las Fuerzas Armadas estadounidenses aterrizó en el portaaviones Ronald Reagan se mezclaron las sensaciones: ¿se está viendo una película de tercera dimensión o se acaba de tener un sueño con susto incluido?

Es que para conocer el USS Reagan hay que vivir dos momentos de apremio. El golpe seco cuando el avión aterriza en el buque, porque la aeronave materialmente choca contra el portaaviones, y el jalón con el que parece que se va la vida, al momento de despegar del gigante del océano.

El portaaviones se encuentra por estos días en una etapa de prueba; se halla cerca de las islas Galápagos, cruzando el Océano Pacífico, en un viaje que comenzó el 27 de mayo en Virginia y que luego de dar la vuelta por Centroamérica y Sudamérica llegará a San Diego, el 23 de julio, con lo que logrará dos meses de travesía a los dos mares; a lo que está obligado ya que por su tamaño está imposibilitado para cruzar el Canal de Panamá.

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En Galápagos al portaaviones se le puede confundir, sin mayor dificultad, con una de sus islas. Este monstruo que navega en el mar, dejando un surco celeste, claramente diferenciado del azul intenso de las aguas, es una pequeña ciudad flotante. Tan grande como más de tres canchas de fútbol, tan alto como un edificio de 20 pisos, a los visitantes les da la sensación de estar dentro del estadio Monumental flotando en el agua.

Con una pista construida para albergar 70 aviones de combate, ambientes para dar cabida a 6 mil personas al mismo tiempo, sus instalaciones ofrecen todas las comodidades que una ciudad ansía: servicio de habitaciones, 1.400 teléfonos, tiendas para venta de todo tipo de artículos, sitios de esparcimiento, restaurantes, correos electrónicos, salas para conferencias, un museo, un hospital con cinco médicos y 63 camas, clínica dental, peluquería, capellanes para el servicio religioso, oficina de correos, un periódico, una estación de radio y tv, página de internet.

El Reagan, el noveno de los 16 portaaviones que planea tener EE.UU., demoró cinco años en ser construido. Para edificar sus 334 metros de largo y 40 metros de ancho se utilizaron 47 mil toneladas de acero estructural y un millón de libras de aluminio, que le garantizan una vida útil de 50 años.

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En medio de esa ciudad flotante, el pasado viernes, se dio una anécdota típica de estos días de migración incontenible. Cinco jóvenes, cuatro hombres y una mujer, ecuatorianos o de ascendencia de este país, se encontraron en una de las bodegas del Reagan. El contacto fue Gustavo Pérez, de nacimiento mexicano y nacionalidad estadounidense, que los conocía y los reunió para presentarlos.

¿Eres ecuatoriano? ¡Oooh... qué gusto; yo también! Los cinco marinos ecuatorianos, como ellos se hacen llamar, aunque unos son nacidos en Ecuador y otros son norteamericanos, pero hijos de padres compatriotas, sin saber compartían tareas en el gigante portaaviones.
Ellos se saludaron casi en la mitad de un espacio semejante a un gran coliseo rectangular, con máquinas de diferente tipo en pleno funcionamiento y hombres y mujeres dedicados a una variada labor.

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Y ese gran coliseo, que es apenas una centésima parte del impresionante buque que por estos días surca las aguas del Pacífico, fue el escenario para que Justo Valverde, Henry Salazar, Anthony Meza, Mauricio Nichol y Gladys Solórzano se hicieran amigos.

Los cinco ecuatorianos, como los conocen en el buque, son minoría en una población de tres mil tripulantes que al momento viajan en el barco. Los más numerosos de los latinoamericanos son los mexicanos.

El portaaviones Ronald Reagan fue bautizado el 4 de marzo del 2004 y su nombre es un homenaje al ex presidente de Estados Unidos que en sus dos periodos de gobierno, entre 1981 y 1989, logró una incuestionable superioridad marítima de la Armada norteamericana en el mundo, según los oficiales estadounidenses.

INTERIOR


HOMENAJE

El museo del portaaviones Reagan es un homenaje a la figura del recién fallecido presidente de los EE.UU. Se exhiben fotografías y se proyectan videos de las actividades de Reagan como deportista, actor de cine y político.

ABASTECIMIENTO

El Reagan todavía no ha intervenido en una operación de guerra, aunque está listo para hacerlo. Puede permanecer todo el tiempo en el mar, pues funciona con energía nuclear y tiene plantas de destilación que proveen 400 mil galones de agua dulce cada día, suficiente para abastecer a dos mil hogares.

POTENCIA

El Reagan tiene entre sus récords poseer dos reactores nucleares que pueden operar por más de 20 años sin reabastecerse.