Los besos, despedidas, bendiciones y frases como “suerte mi amor” se repiten todos los días en el puerto del Salinas Yacht Club. Es como si los 228 veleristas que compiten en el Mundial de Optimist fueran a navegar por muchos días con un retorno indefinido y sus padres desearan lo mejor en el viaje.

Durante las seis horas y media que dura la jornada, muchos de los padres de los timoneles extranjeros alquilan lanchas particulares para acompañar a sus hijos hasta alta mar y observarlos con largavista durante la competencia.

Otros como Rutt Cassutt, madre de un deportista suizo, toma a su acompañante: un libro, y espera en el muelle. En cambio, Giao Jing, madre de un chino, prefiere permanecer en una silla.

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A la hora del regreso, sobre las 17h00, los padres esperan con bebidas y comida a sus hijos. Las caras de estos muestran quizá más preocupación que los entrenadores. “¿Cómo te fue?” (pronunciada en diversos idiomas) es la misma pregunta con la que todos los padres del optimist reciben a los veleristas, mientras los atienden con la toalla, termos, panes, lociones y otros.

Pero la preocupación de los progenitores no solo se evidencia en la ansiedad por ver llegar al muelle a los pequeños timoneles, sino también en la inversión económica que cada uno realiza para tener el orgullo de ver competir a sus niños en un Mundial.

Álvaro Ramírez, padre del competidor colombiano del mismo nombre, reconoce que para ver a su hijo navegando un optimist “toca trabajar y muy duro” y se toca los bolsillo, pero a la vez sonríe al ver llegar a su pupilo.

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Como padre le tocó desembolsar “cerca de $ 5 mil para el Mundial”, asegura, porque hay que pagar el alquiler del bote, el viaje, la inscripción e  implementos nuevos.  Y aunque el bote es alquilado, la vela no, “recién la compramos y costó $ 400”, dice y la federación  apoya, pero muy poco y toca al padre pagar todo, cuenta.

Hay otros padres que inculcan el ahorro en sus hijos, como Graciela Mercado, madre del puertorriqueño Adrián Hernández, quien junto a su otra hija vino a Salinas. Pero, tuvo que gastar “como $ 3 mil por persona para venir”, cuenta. Sin embargo, ella calcula que invirtió unos $ 1.500 en su hijo, porque “muchos de los implementos él los guarda y los cuida bien”, aclara.

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Pero cualquier sacrificio económico queda olvidado cuando los padres ven a los veleristas sonreír.

EN EL MAR

Valor de inscripción

La cuota de inscripción por cada competidor en el Mundial fue de $ 525 y $ 550 para cada líder del equipo, representante de país y entrenador, según la organización.

Cuotas

Los participantes pagaron las cuotas  en dos partes, la primera de $ 250 y el resto hasta el 15 de mayo mediante un giro bancario a nombre del Salinas Yacht Club, sede y organizador del Mundial de Optimist.

Botes alquilados

El  valor del  alquiler de los botes de optimist para cada niño es de $ 400 para todo el torneo. Además de este pago, la organización requirió un depósito de daños de $ 150 por cada barco, que será devuelto al final del torneo si no se produce ninguna avería.

Velas

Las velas pertenecen a cada uno de los deportistas, quienes debieron medirlas y sellarlas antes del Mundial. El costo de estas va  de $ 400 hasta  $ 800. Los ecuatorianos compiten con velas nuevas.

Transportación
Para las delegaciones de otros países que llegaron a Ecuador, para trasladarse del aeropuerto hasta Salinas debieron cancelar $ 20 por persona por transportación. Igual cantidad será necesaria para el regreso a la terminal aérea.

Seguro

Cada velerista debe tener un seguro válido de responsabilidad civil contra terceros que cubrirá todo riesgo, por $ 300 mil.

Barcos de apoyo
Los barcos utilizados por los entrenadores de cada delegación para acompañar a sus equipos hasta alta mar también tuvieron un costo de alquiler y depósito de $ 200.

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Satisfechos
Los padres de los veleristas están satisfechos con la organización. Hasta el momento están conformes con el alojamiento y las comidas proporcionadas a tiempo para los deportistas y delegados.