Podalirio Herrera tiene 22 años de pescador artesanal y dice que conoce de memoria los secretos de su actividad. “Sé cuándo y dónde pescar. Y puedo conocer al pepino de mar de exportación de entre las 32 clases existentes en Galápagos. Pero, ahora estoy sin trabajo, endeudado y frustrado”, afirmó.
“El problema es que no se cumplen los acuerdos entre autoridades y pescadores.
En estos días deberíamos estar terminando la pesca de pepino, pero hemos pasado siete meses sin trabajo. Vivimos con lo que nos da la pesca blanca, es decir, vendemos pescados a los restaurantes. Pero no podemos hacer una pesca masiva, porque los locales de comidas no reciben mucho pescado, el mercado se satura, bajan los precios y el producto se pierde”, dijo.
“Nosotros trabajamos al fío. Dejamos el producto para cobrar luego de 15 días, ya que los dueños de los restaurantes tampoco tienen dinero a la mano para pagarnos. Mientras a nosotros en las tiendas ya no nos quieren fiar porque nos demoramos en pagar. Estamos tensos y preocupados; la pobreza nos agobia”, señaló.
Publicidad
Agregó: “Yo tengo familia y niños tiernos. Tengo un hijo de 14 años. Hago lo posible porque él se dedique a estudiar alguna profesión más rentable. Pero no quiere. Me dice ‘papi yo quiero ser pescador; me gusta cuando te acompaño al mar y buceamos’ ”.