Acaba de terminar en Bangkok la XV Cumbre Mundial sobre el Sida y solo la presencia carismática de Nelson Mandela logró que terminara con un aire de optimismo y colaboración, pues dominaron las cifras sombrías: 38 millones de casos en el mundo, la peor tragedia en la historia de la humanidad y la actitud egoísta de los países del primer mundo que, poseedores de las patentes de los medicamentos, no permiten a las naciones pobres fabricar genéricos, de modo que apenas uno de cada tres pacientes puede recibir medicamentos para prolongar sus vidas y las madres embarazadas seropositivas de los países pobres no reciben medicamentos que evitarían que sus hijos nazcan enfermos.

Otro de los conflictos fue la actitud norteamericana de condicionar la ayuda a la adopción de la fidelidad como única medida de prevención, queriendo imponer a todo el mundo la visión religiosa del gobierno del presidente Bush.

Nuestro país, por supuesto no estuvo presente: no hay dinero para estar en las cosas importantes, aunque tengamos consulados con personal improvisado en países sin importancia ni económica ni política para el Ecuador.

El Acta de Bangkok, firmada por países liderados por Brasil, va a permitir que se abra la producción de medicamentos genéricos a las naciones del Tercer Mundo, y la difusión de lo terrible de la situación deberá mover la conciencia de padres, maestros y gobernantes, para asumir responsablemente la prevención.

Muchas otras enfermedades son de más fácil contagio: por la saliva, el contacto casual, los insectos, la convivencia común, etcétera. El sida solo por relaciones sexuales con personas portadoras del virus o accidentes en transfusiones de sangre o al compartir jeringuillas intravenosas. Eso quiere decir que la principal prevención es la educación: que los adolescentes sepan que el virus del sida (VIH) puede estar en la sangre de una persona durante años, sin dar síntomas y que esta puede transmitir la enfermedad. Que cada persona debe ser el guardián de su propia vida.
Que la fidelidad y la pareja única son seguros de vida ante una enfermedad mortal para la que no hay aún ni vacuna ni medicación curativa, solo medicamentos para prolongar la vida evitando enfermedades llamadas “oportunistas” y que, en caso de relaciones ocasionales, con personas cuya salud no es segura, el preservativo o condón es protección probada.

Al hacer la revisión estadística para la publicación de mi libro de Educación Sexual para Adolescentes encontré en la página web de Onusida la cifra del Ecuador: 20.000 personas viviendo con el virus en el 2002. Para el Litoral se calcula que hubo en el primer semestre del 2003 ¡dos casos nuevos cada día!

¿Hasta cuándo vamos a esperar para poner en vigencia la Ley de Educación Sexual y un Plan Nacional de Prevención del sida? Luchemos todos para que los adolescentes sean capaces de tener una vida sexual plena, sana, responsable y placentera.