Juan Pablo II recordó ayer a los cristianos el significado de los domingos y señaló que alcanzan su máxima plenitud con la asistencia a misa, pero también con la plegaria, la reflexión, el reposo y la confraternidad.

En su primer rezo del Ángelus en su residencia veraniega de Castelgandolfo, adonde llegó este sábado  tras doce días en el valle alpino de Aosta, se refirió a sus vacaciones y dijo que debe ser un tiempo propicio para descubrir el primado de la vida interior.

“Especialmente los domingos –señaló– los cristianos están llamados a encontrar y escuchar al Señor, lo que sucede de la forma más plena mediante la participación en la santa misa, en la que Cristo prepara para los fieles la mesa de la palabra y del pan de vida”.

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El Pontífice añadió que los domingos también se pueden santificar de manera paralela “con otros momentos de rezo y reflexión, de reposo y fraternidad, porque cuando Dios encuentra su morada en el corazón del creyente, es más fácil servir a los hermanos”, les manifestó a los fieles que llenaron el patio central de la residencia.