Esta semana se realizarán las olimpiadas y la exposición de trabajos de costura, tejidos y bordados.

La cárcel de Mujeres luce una nueva imagen. El despeje del monte permitió recuperar las canchas de fútbol y baloncesto, adecuar espacios para huertos, criadero de codornices y se espera obtener mangos y guabas, de las plantas sembradas en los contornos de los pabellones.

“También pintamos las paredes para darles más vida y elevar la autoestima de las internas”, dijo Carlos Montero, militar del Fuerte Huancavilca, quien con un grupo de uniformados ayudan en los proyectos de rehabilitación.

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En el cambio están involucradas las 300 internas, quienes además de mejorar la imagen buscan integrarse en los proyectos de rehabilitación existentes y en otros recién creados.

En una de las celdas, 10 presas trabajan, de 15h00 a 23h00 de lunes a domingo, en la elaboración de pan para una clientela asegurada, pues entre 3.100 y 3.200 panes diarios se entregan para los presos de la cárcel de varones.

El proyecto es uno de los siete programas de rehabilitación que se inició hace cuatro años y permite que un grupo de 10 mujeres, quienes rotan cada mes, obtengan de las ganancias un ingreso de 100 dólares mensuales cada una, indicó la ex directora, Amelia Alvarado.

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“Cada pan se vende a cinco centavos. La ganancia es casi fija y por ello rotamos los grupos para que todas las internas cuenten con ese ingreso”, indicó Alvarado.

En el espacio contiguo a la cancha de básquetbol, con ayuda de los militares y el asesoramiento del Ministerio de Agricultura y Ganadería, desde hace un mes, seis internas trabajan en los huertos.

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Acompañada de su hijo Luis, de 3 años, Claudia Espinoza hundía con fuerza la pala, para preparar la tierra y sembrar hortalizas. “Esta tarea nos mantiene ocupadas”, dijo la mujer, quien lleva recluida dos de los doce años a que fue sentenciada por narcotráfico.

En el terreno se adecuaron 10 platabandas (huertas pequeñas) de 10 m. de largo por 1,50 m. de ancho. Allí se cultiva cebolla, maní, rábano y pimiento, cuyas semillas se obtuvieron por donaciones.

En otra área se construyeron jaulas para la cría de pollos y codornices, mientras en otro sitio, el grupo de militares dio un nuevo color a las paredes y la guardería que atenderá a más de 100 niños que existen en la cárcel.

“Las paredes lucían viejas y con colores tristes, les dimos un tono diferente con dibujos”, dijo el militar Montero.

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Otras 20 reas trabajaban en los dos talleres de costura, donde existen 20 máquinas de coser, pero 10 de ellas estaban fuera de uso por falta de mantenimiento y fueron reparadas. Dos grupos similares trabajaban en tejidos y bordados. “Se hacen edredones, tapetes, zapatillas y tejidos”, dijo la brasileña Joselyn Suárez, mientras sostenía a su hijo Anthony, de 3 meses. “También hago la limpieza y obtengo 30 dólares por mes”, acotó.