Medio vaso de leche y cinco  uvas fueron ayer el desayuno de Mariana Saavedra, de 70 años, una de los jubilados que se mantienen concentrados en la Caja del Seguro desde hace un mes.

Ella no duerme ahí porque es diabética, pero llega cada mañana al lugar para apoyar el pedido de que se aumente la pensión mínima jubilar a 135,62 dólares.

Se comió la última uva cuando a su nariz llegaba un olor a fritada que le provocó, pero enseguida afirmó que “no se puede declinar la medida”, la huelga de hambre que una treintena de ancianos inició el miércoles pasado.

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Ayer hubo un paréntesis a la alimentación líquida, para degustar trozos de sandía, melón y algunas mandarinas que les obsequiaron alumnas del colegio 28 de Mayo que fueron a darles apoyo.

A Saavedra le gustó más que el apretón de manos de las jóvenes, la señal de la cruz que una niña dibujó en su frente y pecho para darle la bendición. La figura de esa pequeña de unos cuatro años la vio distorsionada a través de su ojo izquierdo, el único con el que puede ver.

Unos lentes le ayudan a observar formas y colores. Hace tres meses un joven le arranchó los que usaba antes en el bus que viajaba. Los $ 30 que recibe de pensión, por sus quince años de trabajo como conserje, los gastó entonces en comprarse unos nuevos.

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No se casó y no tuvo hijos. No tiene quien la ayude a mantenerse. Con su hermana Tránsito, de 75 años, vende todos los domingos chorizo en palito, maduro asado y muchines para sobrevivir.

Mientras tanto, al norte de Quito, en el edificio Zarzuela, 23 ancianos cumplieron ayer el cuarto día de la huelga de hambre. Unos 18 voluntarios de la Defensa Civil y la Cruz Roja prestaron asistencia médica y psicológica.

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Adriana Ayabaca es una de los dos médicos del Consejo Provincial de Pichincha que permanecen en el lugar desde que se inició la medida.

Ella recordó que de los 44 jubilados que empezaron la huelga de hambre, hasta ayer se retiraron 21 por problemas estomacales, hipertensión y diabetes.

La doctora explicó que la mayoría de quienes mantienen la medida sufre de hipertensión; cuatro, diabetes y uno, el mal de Parkinson.

Sin embargo, dijo que su estado es estable. Informó que Rosa Manobanda, de 75 años, tuvo que retirarse debido a problemas digestivos.

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