En una declaración dirigida a la Cumbre contra el Sida que se realiza en Bangkok, el presidente francés, Jacques Chirac, dijo que “obligar a algunos países a renunciar” a medicamentos genéricos a bajo precio “aprovechando negociaciones comerciales bilaterales, es un chantaje inmoral”. En circunstancias en que los países andinos están discutiendo bilateralmente con Estados Unidos el Tratado de Libre Comercio, debemos tener presente esta denuncia, según la cual Estados Unidos presiona a las naciones en desarrollo en beneficio de su genial y cara industria farmacéutica. Médicos sin Fronteras denuncia que Guatemala fue compelida a modificar su legislación para imposibilitar el registro de parte de los genéricos para tratamiento del VIH/sida, y así deberá pagar los precios impuestos por las especialidades norteamericanas. Ecuador hoy gasta 1.400 dólares al año en cada enfermo en medicamentos de marca, cuando solo gastaría 350 suministrando genéricos.

Cabe citar dos declaraciones de funcionarios norteamericanos: Randall Tobías, coordinador en la lucha contra el sida, asegurando que su país apoya los medicamentos a bajo precio, dijo que, sin embargo, “Estados Unidos no tendrá una norma para sus propios ciudadanos y una menos elevada para los enfermos en el extranjero”. ¿Qué significa? ¿Que dentro de Estados Unidos no se venderán genéricos, en beneficio comprensible de los productos patentados, pero que Estados Unidos aspira y demandará que dentro de los territorios de sus socios no rijan normas menos “elevadas” o rigurosas que son las que permitirán producir o adquirir los genéricos? ¿Es con este antecedente que el Presidente ecuatoriano estudia un proyecto de decreto equivalente al dictado en Guatemala?
La segunda declaración es de Robert Zoellick, jefe negociador norteamericano del TLC: “En el plano de los medicamentos, hay que tener un balance entre cuidado de la salud e innovación, que se concreta vía inversiones”. “Creo que el tema se debe resolver teniendo en cuenta el concepto de protección de la propiedad intelectual y la necesidad de desarrollo de cada país. Esto me lleva al punto del desarrollo de la biotecnología, que en el caso de Ecuador puede ayudarle a su desarrollo”. ¿Qué significa?

Antes, transcribo a Constanza Vieira, quien cita a Luis Ángel Madrid, portavoz de los países andinos: “Estados Unidos ha venido patentando la biodiversidad andina en una práctica que no dudamos en calificar de biopiratería, y vamos a decirle claramente que eso no nos gusta”. La biopiratería es el usufructo ilegal de recursos genéticos y conocimientos tradicionales vinculados a ellos. El borrador que estudian los negociadores dice en su artículo octavo: “Cada país deberá permitir las patentes para las siguientes invenciones: a) plantas y animales; y b) procedimientos diagnósticos, terapéuticos y quirúrgicos para el tratamiento de humanos y animales”. “La normativa andina nos prohíbe patentar plantas y animales”. Así, el material sujeto a patente debe ser una creación humana con algún grado de inventiva y sobre todo, con aplicabilidad industrial. “El capítulo sobre propiedad intelectual es ofensivo”. “En el texto –de la propuesta estadounidense en discusión– no hay por ahora ningún intento de apropiarse de nada”. Pertenece a Madrid lo que está entre comillas.

Con estos antecedentes, ¿qué mensaje transmite Robert Zoellick, a Ecuador específicamente? Parece decir: En vista de la biodiversidad ecuatoriana, Estados Unidos está dispuesto a financiar la biotecnología para ayudar a su desarrollo si acepta amparar nuestra propiedad intelectual en el área química farmacéutica prescindiendo de los genéricos. Tengan presente que las cuantiosas inversiones que han requerido nuestros inventos merecen ser compensadas.