La comunidad judía argentina conmemoró hoy el décimo aniversario del ataque a la mutual AMIA, con un acto que  combinó el dolor por las 85 víctimas fatales del ataque, la queja porque sigue  impune y un pedido al presidente Néstor Kirchner para que cuide la esperanza de  que habrá justicia.

El 18 de julio de 1994 una camioneta cargada de explosivos destruyó la AMIA y los edificios aledaños, hiriendo a más de 200 personas. Los fiscales de la causa señalaron que un libanés suicida condujo el vehículo, pero no lograron identificarlo.
 
"Señor Presidente: con usted se ha encendido una vela de esperanza. No deje  que se apague, no deje que se apague", dijo el actual líder de la AMIA, Abraham  Kaúl, dirigiéndose al mandatario, que estuvo en la ceremonia mezclado entre  miles de asistentes.
 
En breves declaraciones al retirarse del acto, Kirchner prometió no cejar  en su decisión de impulsar la investigación: "Tengo los dos pies del mismo  lado. No me van a hacer retroceder".
 
El acto se realizó ante la nueva sede de la mutual, erigida en el mismo  predio del edificio atacado, en un barrio comercial con alta densidad de  vecinos de esa colectividad, y comenzó con una sirena a las 09H53, hora de la  explosión del 18 de julio de 1994, que además de los 85 muertos dejó 300  heridos.
 
Kirchner estuvo con su esposa, la senadora Cristina Fernández, varios  ministros y otras autoridades, y saludó personalmente a muchos de los  familiares de las víctimas y sobrevivientes, de quienes recibió muestras de  adhesión.
 
En cambio, abundaron las críticas hacia el ex presidente Carlos Menem  (1989-1999), en cuyo mandato ocurrieron este atentado y otro similar de 1992,  que voló la embajada de Israel en Buenos Aires, causando 29 muertos y 200  heridos.
 
Kaúl puso a Menem en el tope de una cadena de responsabilidad por el  ataque, por la ineficacia de la investigación y por el encubrimiento, que  impidió capturar a los autores.
 
El ataque "fue posible porque existieron responsables y éstos no se  descubrieron porque existieron traidores", enfatizó Kaúl.
 
El ex presidente, hoy radicado en Chile y reclamado por la justicia  argentina bajo sospecha de corrupción, también fue el blanco del discurso de  Marina Dagtiar, representante de las familias de las víctimas.
 
"Menem es culpable. Ese delincuente prófugo de la justicia fue muy rápido  para hablar de dinero para las familias. Pretendió mitigar el dolor con  dinero", acusó la oradora, quien calificó al ex presidente como "miserable".
 
Otros dardos fueron hacia la policía y el servicio de inteligencia,  ministros de Menem, el ex presidente Eduardo Duhalde (2002-2003) y el juez Juan  José Galeano, que llevó la causa nueve años y fue separado en diciembre pasado  tras probársele irregularidades.
 
También fueron criticados anteriores líderes de la comunidad judía, como el  banquero Rubén Beraja, hoy preso por presuntas estafas, por su condescendencia  con el gobierno de Menem.
 
Jaime Salomón, presidente del Consejo Federal de la Delegación de  Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), representación política de la  comunidad judía, se centró en la hipótesis, no compartida unánimemente, de que  el ataque fue organizado por Irán a través de su embajada en Buenos Aires.
 
El orador afirmó que lo ocurrido en la AMIA y la embajada de Israel fue la  prueba de un método para otros ataques del fundamentalismo terrorista islámico,  cuya mayor expresión fueron los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva  York y Washington.
 
Entre los asistentes estuvo una delegación del Comité Judío Americano, de  los Estados Unidos.
 
En el acto se leyeron adhesiones del Arzobispado de Buenos Aires, de las  máximas autoridades del Estado de Israel, de comunidades judías de varios  continentes, de líderes argentinos de otras creencias religiosas y de entidades  políticas y sociales locales.
 
Al retirarse, el ministro de Justicia, Gustavo Béliz, dijo que compartía el  reclamo de justicia expresado en esta y otras demostraciones de la colectividad  judía, porque "esta causa es un paradigma de impunidad".
 
El ataque contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA)  fue el mayor atentado terrorista de la historia argentina.