El Congreso pide al Gobierno enviar un proyecto urgente para mejorar las pensiones.

Los jubilados de Quito y Guayaquil iniciaron ayer la huelga de hambre. En Esmeraldas empieza hoy.

La lucha de los jubilados de Guayaquil empezó en la calle y sigue en la calle. Ellos realizaron por seis meses asambleas afuera del Seguro para solicitarle al Gobierno el alza de  pensiones. Pero fueron infructuosas.

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Veinticuatro pensionistas, entonces, decidieron ayer que en ese mismo lugar cumplirán con la medida más drástica para reclamar el incremento: la huelga de hambre.

En Quito, son 26 pero 12 de la Federación del Pichincha continúan hoy con los chequeos y mañana decidirán si inician la medida.

En Esmeraldas, 24 huelguistas empezarán hoy, mientras que en Cuenca, no. Los doctores diagnosticaron que su salud estaba delicada.

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Los afiliados inactivos rechazaron ayer la decisión del régimen y del Congreso de descartar las pensiones mínimas de 135,62 dólares y aprobar un alza diferenciada de 10, 12 y 15 dólares, enfatizó Gabriel Riera, presidente del Comité de Paro de la capital.

Ruth Domínguez, dirigente de Guayaquil, complementó la postura. Señaló que el fin es que les aumenten a $ 135 a todos los jubilados que ganan menos de eso, y el 27% a los que tienen un ingreso mayor.

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El ayuno en la urbe se inició a las 09h00. Un féretro de madera colocado en la calle Boyacá, indicaba ayer que los afiliados inactivos velaban su lucha. Y también al Gobierno.

Sobre el ataúd descansaba la cabeza de una calavera y un mensaje que decía: “Lucio y Yépez, que en paz descansen”. Más abajo se incluía en el velatorio a los miembros del Consejo del IESS.

Una botella de whisky complementaba la escena.

En el exterior de la puerta principal del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), 21 colchones yacían en el piso. Allí descansaban los pensionistas. Los 30 días anteriores lo habían hecho en el interior de la Caja.

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Con la mano en el pecho, Ecuador Cabrera, de 72 años, seguía, silencioso, la misa celebrada por el sacerdote Jorge Galeas. Él estaba descalzo y a sus pies se encontraba una imagen de Cristo tallada en madera a la que también le rezaba. El pensionista quiso permanecer allí, pese a que una noche a la intemperie complicaría sus bronquios.

La voz de Ramón Gilces, de 53 años, en cambio, se apagó cuando recordó que su madre, Colombia, le dio la bendición al enterarse que plegaría a la huelga. Más todavía cuando sus cuatro hijos llegaron a su memoria.

Quien desmorona en segundos a Zoilo Moreno, de 74 años, es su nieto, Marcos Jesús, de 8 años. Pero también el pequeño lo ayuda a levantarse. “Me duele tanto dejarlo. Pero lo hago por él. Esto es duro. Creo que el Gobierno solo nos quiere ver muertos”.

La puerta del dormitorio de María Leonor Amaguay, de 53 años, quedó ayer cerrada. Sabía que no la abriría en un buen tiempo. La mujer vive en Pascuales, pero decidió venir a Guayaquil para reclamarle al Gobierno por “la pensión de miseria” que tiene: $ 50.

Los jubilados de Quito iniciaron el ayuno en el asfalto de la calle 9 de Octubre. A las 11h15, sacaron 17 colchones del edificio Zarzuela, ocupado desde el 22 de junio, para ubicarlos en la mitad de la vía. Otro grupo se acostó en otra intercepción de la calle.

En esa dependencia del Seguro Social se realizó un examen médico que terminó a las 17h30. De 41 inscritos se retiraron 9 por problemas de hipertensión, gastritis, diabetes y enfermedades cardiacas.

HUELGA

DIAGNÓSTICO
Juan Salinas, médico de la Dirección Provincial de Salud, indicó que su misión es advertir los riesgos que corren los jubilados. Explicó que en ningún caso es aconsejable que los adultos mayores dejen de ingerir alimentos, porque hasta las personas con mejor estado de salud pueden deteriorarse. René Orellana, miembro de una brigada médica que acudió al Zarzuela para auscultar a los huelguistas, dijo que un anciano podría sobrevivir máximo 48 horas sin comer.

MARCHA
Los pensionistas que tienen tomadas las instalaciones de la Caja del Seguro de Guayaquil realizarán hoy una marcha, a las 16h00. Los jubilados convocaron a los movimientos sociales del Ecuador para que los respalden en este recorrido que harán por el centro.

RIESGOS

DESHIDRATACIÓN
La falta de alimentación en los ancianos hace que el organismo se debilite y esté propenso a más enfermedades de las que ya tiene. Una de ellas es la deshidratación. Esta produce pérdidas de peso y tejido, que no se puede regenerar por la carencia de líquidos, según el médico nutricionista  Severo Wong.

DESNUTRICIÓN
Esta dolencia ocasiona la reducción de todos los sistemas defensivos.

ANEMIA
La anemia debilita los pulmones de los jubilados. Ellos no pueden respirar bien y sufren desmayos. Además, esta enfermedad provoca que sus extremidades inferiores se hinchen, refiere Wong.