Mañana se cumplirá un año sin la voz femenina más importante de la salsa. Celia murió de cáncer el 16 de julio del 2003 y esto no hizo más que acrecentar su leyenda.

Ocurre con esta clase de personajes, como Celia Cruz, que la dimensión de su arte trasciende cualquier tipo de argumentación. Que si las palabras bastaran para intentar una aproximación se quedaría en el simple plano de los mortales. Pero ese no es el caso de Úrsula de la Caridad Celia Cruz Alonso, como la bautizaron sus padres Simón y Catalina luego de nacer talvez el 21 de octubre de 1924 o 1925, una fecha que bien podría ser otra ya que ella nunca la confirmó ni la negó.

Eso también cae en el plano de la leyenda, ya que la Reina de la salsa se convirtió en diva un día cualquiera y ya nunca podrá abandonar esa categoría, a pesar de que el 16 de julio del 2003 inició un viaje en el que la muerte no logró  arrebatarle la gloria, y lo único que hizo fue confirmar su condición de inmortalidad.

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Mañana se celebra el primer año sin ella desde que en un lejano 1950 metió candela con su poderosa voz en la reconocida Sonora Matancera. Rogelio Martínez, ya fallecido y gran director de la orquesta cubana, se refirió así sobre su primer encuentro.

“La conocí en el show del Tropicana (cabaret de La Habana). El empresario que lo llevaba por entonces me llamó la atención sobre ella: quería que la escuchara, ella me dijo que se llamaba Celia Cruz, y yo le respondí que la llamaría por teléfono, pero tenía tantas cosas que hacer que se me olvidó. Al ver que no la llamaba, se apareció un día, me dijo que si quería verla cantar un número y yo le dije que sí, cómo no. Y cuando esa negra abrió la boca se me pusieron los pelos de punta”.

Esa es la mejor definición sobre la forma de cantar que tenía La guarachera de Cuba como también la conoció el mundo. Sí. Mañana seguramente lloverá sobre el planeta el canto prodigioso de esta mujer que alguna vez deseó ser profesora, la que pasó por el conservatorio, donde su profesor de piano se enfadó con ella porque nunca permitió que le cortaran las uñas.

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La misma que en 1947, luego de ganar una torta en un concurso de talentos en la radio, llamado La hora del té, se metió por esa puerta de la música en la que reinó el tiempo que la vida se lo permitió.

Esa que convirtió en éxito el primer tema que grabó con la Sonora Matancera,  El yerbero moderno, y que luego continuó con una avalancha de aciertos como Yembe Laroco, Burundanga y Caramelo.

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A la que se celebra es a Celia, la que el 15 de julio de 1960 dejó Cuba y nunca pudo regresar ni siquiera para asistir al entierro de sus padres, ya que Fidel Castro no se lo permitió.

Esa que al llegar a los Estados Unidos, siguió haciendo historia. En ese tiempo grabó varios álbumes con el maestro Tito Puente y juntos despertaron el interés del mundo por la salsa. Luego colaboró con otros músicos, incluyendo a Johnny Pacheco, con quien grabó clásicos como Quimbara, Cúcala, y Bemba Colorá, Willie Colón, Pete Conde Rodríguez y la Fania All Stars.

Hizo más de 70 discos. Apareció en la película Los reyes del mambo. Grabó con David Byrne y el escocés todavía recuerda su impacto: “Cantaba a un metro del micrófono y aún tapaba mi voz”. Hizo el magnifico Vasos vacíos, con los argentinos Fabulosos Cadillacs y colaboró con el grupo español Jarabe de Palo. Y eso es porque todos querían beber de su sabor antillano. ¡Salud!

Su legado Musical
Nominada 15 veces a los premios Grammys, ganándolo por primera vez en el año 1989. Recibió doctorados honorarios de tres universidades de Estados Unidos. Tiene su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. La calle Ocho de Miami lleva su nombre. En 1994 recibió de las manos.