Unos 30.000 turistas españoles viajan cada año a Latinoamérica para mantener relaciones sexuales con menores, denunciaron este miércoles representantes de diversas Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) en el Fórum Universal de las Culturas de Barcelona.
 
Estos delegados demandaron la implicación de la Administración pública y de las empresas turísticas para erradicar el turismo sexual infantil.
 
También alertaron de los "efectos más perversos de la globalización", los viajes con fines sexuales cuyas víctimas son los niños de todo el mundo.
 
La presidenta en Guatemala de Ecpat (organización comprometida en la lucha contra la prostitución y pornografía infantil, el tráfico y el abuso sexual a menores), María Eugenia Villarreal, advirtió de que en los últimos años se ha incrementado este tipo de turismo en Latinoamérica.
 
En su opinión, el endurecimiento de las leyes en el sudeste asiático, antiguo "paraíso" del turismo sexual infantil, ha provocado que los visitantes busquen países donde haya una mayor impunidad ante esos delitos.
 
En Guatemala, unos 15.000 menores están en situación de explotación sexual comercial y en condiciones semejantes se encuentran miles de jóvenes en Colombia, Puerto Rico, Brasil o Cuba.
 
Villarreal afirmó que "las autoridades cubanas no aceptan que tienen un problema de turismo sexual", ya que para ellas es "como insultarlos", lo que dificulta que las ONG puedan trabajar para erradicar este tipo de acciones en la isla.
 
"Mientras esa actitud persista en el Gobierno cubano, tendremos muchos problemas" para trabajar, aseguró.
 
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estima que un millón de niños son víctimas del comercio sexual en Asia, donde este tipo de turismo se está desplazando de Tailandia, Filipinas y la India a Camboya y Vietnam, que tienen una legislación más permisiva al respecto.
 
La responsable de proyectos en Asia de la ONG Global Humanitaria, Ester Martínez, denunció que en Phnom Penh hay unos 20.000 menores sin hogar que son "carne de cañón" para los turistas sexuales, quienes "piensan que con el dinero que llevan pueden comprar cualquier cosa, incluido un niño".