La pintora mexicana Frida Kahlo, de cuya muerte se cumplen hoy  50 años, está más viva que nunca, ya que se ha convertido en un mito y en la artista más cotizada de América Latina, aunque la llamada Fridomanía tiene apenas un cuarto de siglo.

En la actualidad, después de haber dado lugar a un sinfín de libros, varias películas y de convertirse en un ícono tan popular como el Che Guevara, cuesta imaginar que durante 25 años, después de su muerte en su natal Ciudad de México, su nombre pasó al olvido y se suponía que había pintado tres o cuatro cuadros de los 200 que se conocen hoy día.

Martha Zamora, biógrafa de Kahlo, dijo  que por su militancia de izquierda, la cultura oficial de México la condenó a una especie de “muerte civil” desde el 13 de julio de 1954, cuando en su funeral su ataúd fue cubierto con la bandera del Partido Comunista al tiempo que los presentes entonaban La Internacional.

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“Resurge a partir del 70 con el movimiento feminista que quiere tomarla como su representante gráfica”, explicó Zamora. Desde meses atrás y con intensidad creciente, dentro y fuera de México se han multiplicado los homenajes a la artista de pobladas cejas y vestimenta folclórica, cuya vida estuvo marcada por padecimientos físicos, su matrimonio con el célebre muralista Diego Rivera y su militancia comunista.

Los homenajes incluyen exposiciones de sus obras –entre las que destacan sus dramáticos autorretratos–, las típicas ofrendas a muertos mexicanas y, por primera vez, una biografía escrita por su familia paterna. Sin embargo, más allá de los homenajes por el aniversario 50 de su muerte, que ocurrió en 1954 por neumonía cuando tenía 47 años, la Casa Azul, actual museo y donde la artista nació y murió, es un punto constante de atracción para los habitantes de Ciudad de México y los turistas extranjeros.

Kahlo, que supuestamente tuvo amoríos con hombres y mujeres estando casada con Rivera –quien también le fue infiel–, cargó desde muy niña con las secuelas de una poliomielitis que le ocasionó una cojera, tras lo cual sufrió un accidente de autobús que la dejó postrada por largo tiempo y desató su pasión por la pintura.

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A partir del impulso de las feministas, recién en 1979, se inauguró la primera retrospectiva sobre Kahlo en el Museo de Arte Moderno de la capital mexicana. A partir de ese momento, su figura cobró un impulso que aún no cesa y que la ha convertido en la pintora más cotizada de la historia.

Cincuenta años después, Isolda Kahlo, sobrina de Frida que vivió con ella en su niñez y adolescencia, presentará esta semana el libro Frida íntima, que pretende ser la versión familiar de la vida de la artista que, junto con Rivera, dio cobijo al perseguido León Trotsky y supuestamente tuvo una aventura con él.

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El mito y la llamada Fridomanía por la cual su figura ha sido reproducida hasta el cansancio, no deslucen su valor como una artista que supo dar a conocer a México a través de una pintura autobiográfica en la que plasmó sus sufrimientos. Otra de sus grandes tragedias, que también plasmó en un lienzo, fue haber abortado y no haber tenido hijos a pesar de haber estado casada dos veces durante 25 años con Rivera.