¿Por qué un país que gastó 3 o 4 mil millones de dólares para salvar a la banca no puede ahora destinar una cantidad diez o doce veces menor para hacer justicia a los jubilados? Quizás esas cosas ocurren en el Ecuador porque hay una opinión pública que lo permite. O mejor dicho, una “opinión publicada” (la diferenciación pertenece a Abdalá Bucaram) que más fácilmente defiende a los banqueros que a los jubilados. La semana pasada, dos canales de televisión dieron pruebas abundantes de ello: mientras los jubilados enterraban a sus muertos, TC y Teleamazonas se entregaban con fe y alegría a la defensa apasionada de sus respectivos banqueros, Isaías y Egas.

Lo de TC es una vieja historia. En los últimos años, su tormentosa relación con otros medios de comunicación ha estado mediada por el caso Filanbanco. En el 2000, cuando Ecuavisa investigaba el asunto, TC declaró la guerra al dueño de ese canal y se pasó dos semanas atacando sus negocios, para lo cual llegó a destinar hasta la mitad de su informativo. Más tarde, cuando el diario Hoy endureció su línea editorial contra los Isaías, TC desplegó toda la información que pudo hallar sobre la vida privada de su director, con el objetivo de descalificarlo moralmente.
Ahora, que se aproximan coyunturas decisivas en el caso Filanbanco y que Teleamazonas busca establecer la responsabilidad de los Isaías, TC la emprende contra Fidel Egas, dueño de ese canal y del Banco del Pichincha.

Jorge Ortiz entrevista a todos aquellos que tengan algo que decir sobre la perversión de Isaías y la santidad de Egas. Y Jimmy Jairala invita a quienes puedan demostrar cuán roñoso es Egas y cuánta bondad hay en Isaías. Lo que un noticiero dice es exactamente lo que el otro omite, como si el televidente fuera un pelmazo y no tuviera control remoto.
Ocurre que, cuando la televisión se convierte en campo de batalla de banqueros, el televidente importa aun menos que los jubilados.