Junto a la Universidad de Guayaquil, la Junta de Beneficencia de Guayaquil, la Sociedad Filantrópica del Guayas, la Cámara de Comercio de Guayaquil, la Junta Cívica de Guayaquil, la Comisión de Tránsito del Guayas, la Cruz Roja Provincial del Guayas y la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer, el Cuerpo de Bomberos de Guayaquil es una institución con relevancia histórica en la ciudad.

Aunque ya se conocía el trabajo de los bomberos desde la época colonial, cuando por el tipo de edificaciones la ciudad era víctima constante de devastadores incendios, la institución surgió de manera oficial el 10 de octubre de 1835, con la autorización del ex mandatario y prócer Vicente Rocafuerte.

Cuando Isidro Ayora Cueva ejercía la presidencia provisional de la República, el 2 de agosto de 1926 se firmó el decreto que estableció la celebración del Día del Bombero para el 10 de octubre de cada año.

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Luego, el 25 de octubre de 1930 el Cuerpo de Bomberos de Guayaquil recibió el título de Benemérito por decreto del Congreso de la República, que estonces era presidido por Alfredo Baquerizo Moreno.

El bombero guayaquileño está ligado a la ciudad por historia y tradición, pues encarna la solidaridad, el desprendimiento y el amor por ella; por esto, la institución se ha distinguido entre otros cuerpos del país.

Algunos jefes que lideraron heroicas faenas -algunos murieron durante su labor- han sido: Eduardo Poudavigne, Manuel Tama, Manuel Bravo, Miguel Cornejo, Guillermo Gellibert, Juan Solines, Eduardo Wright, Aurelio Aspiazu, Federico Rivera, Rafael T. Caamaño, Clemente Ballén,  Antonio La Mota, Juan Pablo Cali, Modesto Chávez Cora, Juan Gregorio Sánchez,  Enrique Baquerizo Moreno, Isidro M. Suárez,  Félix Luque Plata, Miguel G. Hurtado, Geo Chambers Vivero y Alejandro Vergara.

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También Eduardo López, Manuel Díaz-Granados, Aurelio Carrera Calvo, Asisclo G. Garay, Juan Ycaza Laforgue, Julio César Rumbea,  Mario Vernaza Requena, Genaro Cucalón Jiménez, Manuel Marzo, Efrén Barreto Suástegui, Gabriel Gómez Sánchez, Hugo Huerta de Nully, Vicente Adum Antón, entre otros.

Al paso del  tiempo, la institución implementó nuevos servicios y modernizó sus recursos, pero no perdió su filosofía de servicio.