La exhumación de personajes históricos y el examen de sus restos se han convertido en los últimos tiempos en una actividad frecuente en Italia, pero siempre con fines científicos alejados de la necrofilia.

Las tecnologías más avanzadas han favorecido la labor de historiadores, forenses y arqueólogos, interesados en conocer detalles sobre la vida y  la muerte de personalidades que han marcado una época en la política o la cultura.

Financiadas en su mayoría por los poderes públicos y universidades, el resultado de esas tareas engrosa la lista de libros e informes sobre personajes como la familia Medici, Petrarca, Giacomo Leopardi o nobles vinculados a Dante Alighieri, como el conde Ugolino della Gherardesca.

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El protagonismo actual lo tienen los Medici,  familia que gobernó Florencia durante tres siglos y que tienen un nombre propio en la historia del Renacimiento por su condición de estadistas, guerreros y mecenas.

Universidades italianas y estadounidenses colaboran en ese proyecto que tiene por objetivo aclarar las  dudas sobre la muerte de algunos miembros de la saga y aspectos como su alimentación y  tipo de vida.

Esta semana los expertos tuvieron un sobresalto cuando, al abrir la tumba del último Medici, Gian Gastone, que acabó sus días en 1737, vieron que no estaba. 
Al día siguiente apareció su cadáver por sorpresa en una cripta de las Capillas Mediceas de Florencia.