Quienes no tienen colchones se acomodan en las hileras de sillas de plástico destinadas para los usuarios que acuden a la Matriz, tomada desde el 28 de junio.
Pocos tienen cobijas y almohadas, y, cuando hablan sobre las noches que pasan en el amplio edificio, el principal tema de conversación es el frío.

Debido a las bajas temperaturas en el edificio Matriz, el 30% de los 60 jubilados que mantienen la toma padece de infecciones respiratorias.

José Luis Vivanco, médico del hospital Carlos Andrade Marín, llegó a esa conclusión después de examinar a todos los ocupantes.

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Segundo Tello, de 69 años, tiene gripe y dolor de las articulaciones. Siente que su salud se deterioró por la toma, a pesar de que solo duerme en la Matriz cada dos noches.

Los jubilados hacen turnos de día y de noche para no agotarse.

Sin embargo, Vivanco considera que, a pesar de los turnos, si la ocupación del edificio dura quince días más, el 60% de los jubilados padecerá de infecciones respiratorias.

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A eso se suman problemas de hipertensión arterial, que afectan al 35% de los ocupantes e indicios de infección intestinal, por la mala alimentación.

Ayer, al mediodía, las mujeres que administran la comida determinaron que el almuerzo consistirá en pan con un poco de higos, manzanas y naranjas. Los jubilados se alimentan con comida donada por ciudadanos que apoyan su lucha, por agrupaciones sindicales y organizaciones de derechos humanos.

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Sin embargo, la ayuda no es suficiente y los alimentos están mal almacenados, lo que puede provocar casos de infección intestinal severa.

Los jubilados comparten los alimentos que traen de sus casas con sus compañeros. Una funda llena de canguil puede servir para engañar el estómago a las 10h00, mientras esperan el anuncio de una solución para el incremento de pensiones, o de un milagro.