La organización Amnistía Internacional (AI) denunció este miércoles que China, escudada en la "guerra contra el terrorismo", practica desde hace tres años una dura represión contra los musulmanes uigures de Xinjiang (noroeste del país), con frecuentes torturas y ejecuciones.
 
"Miles de uigures han sido detenidos en los últimos tres años, y algunos de los que huyeron a países vecinos fueron forzados a regresar a China, donde corren el riesgo de sufrir torturas o incluso ser ejecutados en juicios injustos", destaca el informe de AI hecho público este miércoles.
 
Según afirma la organización con sede en Londres, desde los ataques terroristas contra EE.UU. el 11 de septiembre de 2001 el Gobierno chino "ha incrementado su campaña contra cualquier forma de disidencia política o religiosa en Xinjiang".
 
Según AI, los detenidos son presos de conciencia "que nunca han hecho uso de la violencia ni han apelado a ella".
 
La apelación a la lucha contra el terrorismo ha sido la consigna más usada por Beijing, pese a que el propio Gobierno regional de Xinjiang aseguró el pasado mes de abril que no ha habido ningún acto terrorista en la zona en los últimos años.
 
AI comenta en su informe de este miércoles los casos de varios uigures -etnia de origen turco- detenidos por sus ideas políticas, entre los que destaca Rebiya Kadeer, de 57 años, una mujer de negocios que formo parte de la delegación china en la IV Conferencia de la ONU sobre la Mujer, celebrada en 1995 en Beijing.
 
Kadeer, madre de 11 hijos, fue detenida, juzgada en secreto y condenada a 11 años de prisión acusada de "facilitar información secreta a extranjeros", por enviar periódicos locales a su marido, otro prisionero político que estaba exiliado en Estados Unidos.
 
Los juicios a este tipo de presos políticos se llevan a cabo en ocasiones sin abogados defensores, y también es frecuente que los detenidos pasen largo tiempo encarcelados sin ningún cargo en su contra, denuncia AI.
 
"El espacio para la expresión independiente de la identidad cultural o religiosa de los uigures es cada vez más pequeño", añade el informe.
 
Así, el Gobierno comunista chino ha ordenado el cierre de mezquitas y la clausura de varias madrasas (escuelas religiosas), así como algunas prácticas del Islam, destaca la organización de defensa de los derechos humanos.
 
Decenas de libros uigures han sido prohibidos en Xinjiang, algunos de ellos tras ser quemados públicamente, y en la universidad regional se ha prohibido la enseñanza en uigur, idioma de la etnia (que utiliza el alifato árabe para escribir).
 
Los uigures que huyen de esta represión se refugian en países cercanos tales como Kirguizistán, Kazajistán, Nepal o Pakistán, pero algunos de ellos son repatriados tras negociaciones de Pekín con los Gobiernos de esos Estados.
 
AI cita el caso de Shaheer Ali, ejecutado en China tras haber sido repatriado forzosamente desde Nepal, pese a que había obtenido el estatuto de refugiado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
 
Ali había huido de China tras pasar ocho meses en una prisión de Xinjiang, donde según su testimonio había sido encadenado con grilletes y había sufrido descargas eléctricas y otras formas de tortura.
 
Además, un total de 22 presos uigures se encuentran encarcelados en Guantánamo (Cuba), y según un oficial estadounidense citado en el informe, se niegan a ser repatriados a China por temor a ser torturados o condenados a muerte en el país asiático.
 
Xinjiang es una de las mayores regiones de China (1,6 millones de kilómetros cuadrados) pero una de las menos pobladas, con 19 millones de habitantes, de los que aproximadamente la mitad son de la etnia uigur, emparentada con los vecinos pueblos turcomanos del Asia Central.
 
En la región actúan varios grupos independentistas uigures, según Pekín vinculados al extremismo islámico e incluso con la organización terrorista Al Qaeda.
 
Algunos de estos grupos han sido incluidos por la ONU o EE.UU. en sus listas de grupos terroristas, algo que Pekín consiguió en los intensos contactos diplomáticos con Washington y otros Gobiernos tras el 11 de septiembre de 2001.
 
Para China, la región tiene una gran importancia estratégica, debido a su vecindad con el Asia Central -área en la que Pekín quiere establecer una zona de influencia política- y a las importantes reservas de petróleo, gas natural y otros recursos naturales.
 
En las últimas décadas, China ha trasladado a la región grandes poblaciones de colonos de la etnia mayoritaria Han, pero ello ha traído un alto índice de desempleo entre los uigures y un aumento de las ansias independentistas de esa etnia.