El primer ministro iraquí, Iyad Alawi, pospuso ayer por segunda ocasión el anuncio de una ley de seguridad para frenar la insurgencia en el país, aunque no explicó los motivos de la postergación.

Pese a las postergaciones, el ministro de Relaciones Exteriores de Iraq, Hoshiyar Zebari, dijo que el gobierno pronto presentará la ley de seguridad, restaurará la pena de muerte y ofrecerá una amnistía temporal para los insurgentes, pero sin sacrificar los derechos humanos o el progreso en el camino hacia las elecciones, previstas para enero del 2005.

La pena de muerte podría aplicarse al ex gobernante de Iraq, Saddam Hussein, y once de sus colaboradores si son declarados culpables por el tribunal especial iraquí que los juzga por crímenes de humanidad.

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Pero aunque EE.UU. prometió que el nuevo gobierno iraquí tendría total soberanía, la amnistía que ofrece a los insurgentes ha sido recibida por Washington con frialdad y temor porque “puede proteger a rebeldes con sangre de EE.UU. en sus manos”.

Alawi advirtió ayer que Iraq no necesita que sus vecinos le ayuden con tropas para restablecer la seguridad, sino que protejan sus fronteras para impedir la infiltración de terroristas extranjeros y amenazó con pedir a EE.UU. que los bombardee si no frenan la infiltración en Iraq de radicales islámicos por sus fronteras.

El canciller Zebari afirmó que el nuevo Gobierno de Bagdad dará a conocer pruebas de que algunos vecinos de Iraq apoyan a extremistas islámicos y a grupos leales al antiguo régimen de Saddam Hussein. Diarios árabes que citan a “altos responsables iraquíes”, indicaron que se trata de Siria e Irán.

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Ambos países pidieron una retirada rápida de las fuerzas  extranjeras que ocupan Iraq.

Ayer el clérigo radical chiita Muqtada Al Sadr, que lideró una cruenta insurrección el pasado abril, retomó su discurso amenazante e instó a sus seguidores a “resistir hasta la última gota de sangre” y a no reconocer un gobierno interino que considera “ilegítimo”.

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En Faluja, doce personas murieron y cinco resultaron heridas en un ataque aéreo de EE.UU. contra una casa que servía de refugio al jefe rebelde Abu Musab Al Zarqawi.

El marine estadounidense musulmán de origen libanés, Wassef Ali Hassoun, fue liberado ayer por los militantes islamistas que le retenían, según un comunicado que recibió el canal árabe Al Jazzera.