Un ciudadano con su esposa, hijo de 9 años y su chofer, en su camioneta, llegan al aeropuerto de Guayaquil para recibir a dos familiares que venían de los Estados Unidos.

Hay dos patrulleros de la Policía y se acercan a decirles que necesitaban custodia; los agentes manifiestan que no hay problema en colaborar. El vuelo se retrasó. Recibidos los viajeros por sus familiares, buscan a la Policía, pero ya no había patrullero.

Se desplazan solos por Gómez Rendón, toman la calle Antepara donde hay un paso a desnivel llegando a la intersección de Bolivia. Son las 11h30. Dos automóviles nuevos les bloquean el paso. Salen  cuatro pillos armados y con chalecos antibalas, mientras otros cuatro los custodian en  otro carro.

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El chofer de la camioneta asaltada da retro. Se arma una balacera de parte de los asaltantes para que se detengan, chocando la camioneta con un taxi. Los pillos se acercan: uno saca a la fuerza a la esposa y su hijo, los embarcan en el automóvil, mientras otro  saca al chofer de la camioneta, lo golpea y se apodera del automotor en cuyo interior estaban las turistas. En el balde va el esposo, atónito.
Parten en acelerada fuga el auto con los secuestrados, su escolta y la camioneta manejada por un malandrín. Toman la calle Bolivia (suroeste). El esposo reacciona y se lanza del balde, y a pesar de las contusiones que sufre, se salva.

El afectado pide auxilio en el sector, pero la gente que observó el atraco no colabora. Pregunta dónde está la Policía y le indican que el Puesto de Auxilio Inmediato (PAI) más cercano está en el parque Forestal (Quito y El Oro). Corre ocho cuadras y al llegar denuncia el asalto y secuestro a tres policías que estaban ahí, quienes reportan por radio al Cuartel Modelo. No había  moto ni cabina telefónica para hacer una llamada.

Al PAI llegan luego su chofer y el taxista. Ellos dan características de los autos usados por los delincuentes y números de placa. Con asombro escuchan a un agente que es la cuarta vez que ocurre un asalto en el paso a desnivel de la calle Antepara.

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Eran las 12h30, entre tanto, dentro del auto en el que iban secuestrados la madre con su hijo, había amenazas de muerte de parte de tres delincuentes que les exigían los dólares: “Si no me das el dinero te violo delante de tu hijo y te mato”, dijo uno de los hampones. Ella responde que no es la viajera.

En el mismo carro también iba una pareja joven supuestamente secuestrada o sería parte de la banda como informantes en el aeropuerto. En la camioneta que venía atrás, un delincuente exigía con su arma a las turistas que le dieran los dólares, lo cual hicieron, pero les demandaban más dinero.

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Ya era la 01h30 del 20 de junio. La banda llega hasta  Camilo Destruge y Esmeraldas. Del automóvil sacan a la madre y al hijo. También llega la camioneta al mando de otro delincuente con las dos turistas desvalijadas. Sacan el equipaje: cuatro maletas y dos bolsos para llevárselo en el auto. Los maleantes rastrillan las metralletas sobre sus víctimas lanzando amenazas. Eso era observado a distancia por otro auto custodia de los asaltantes. Luego fugan y dejan abandonada en el lugar la camioneta asaltada. Una familia caritativa del sector recibe a los perjudicados.

El operativo de la policía en el PAI del parque Forestal resultó ineficiente; se puso en evidencia la falta de recursos de la fuerza pública para combatir el delito en Guayaquil y resto del Ecuador. El esposo recibe una llamada a su celular  de su esposa indicándole que habían sido liberados, y él con su chofer van a su encuentro.

No se puede vivir de esta manera. Ojalá el Ministro de Gobierno, el Gobernador, el Alcalde, los jefes policiales y las Fuerzas Armadas hagan respetar la vida de los ciudadanos. Las viajeras perjudicadas se asombraron de cómo se quiere impulsar el turismo si no se brinda seguridad. Por su parte, no volverán más a nuestro  Ecuador y a otras personas les dirán que no es recomendable visitarlo.

Ab. Milton Sevilla Andrade
Guayaquil

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