Todavía permanece en el recuerdo la presencia de lo que fueron las haciendas, latifundios o centros agrícolas campesinos, administrados por hacendados o dueños de esos grandes campos que daban albergue y trabajo a miles de indígenas, sobre todo en la zona central de la Sierra.

Allí existieron grandes zonas productoras de papas, legumbres..., y ni decir de las haciendas ganaderas, además de rebaños de borregos, caballos. Todo eso como partícipes de la hacienda con el huasipungo o convenio familiar o personal, con el hacendado capaz de dividir la mitad de la producción para él y  el indígena, quien tenía su casita donde albergaba a su familia.

Pero aquí viene lo trágico, los indígenas satanizan a los hacendados, logran la Reforma Agraria que obliga al hacendado a entregarles todas sus hectáreas; imaginémonos qué pueda hacer un individuo con tres cuadras si no está capacitado para una tecnología agrícola, comercial...

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Demos solución a estos miles de indígenas. El Gobierno, a través del Ministro de Agricultura, debería capacitarlos para que formen agrupaciones comunitarias o agrícolas y se preparen para administrar mediante autogestión, empresas colectivas con condición jurídica y un nombre específico, capaz de recibir préstamos del Banco de Fomento, o cualquier otra institución estatal para que se tecnifiquen.

Bien podrían crear haciendas agrícolas o ganaderas, y fábricas de leche en polvo, yogur, mantequilla, quesos... Siempre que estén capacitados por ingenieros agrónomos, veterinarios, a corto o mediano plazo veremos los resultados que en definitiva benefician a todos los ecuatorianos, y no tengamos que ver a cientos de indígenas emigrar llevando saquillos a cuestas.

Julio E. Burbano
Guayaquil