Dagoberto Puello, un estudioso del folclore colombiano, cuenta que la música que actualmente se conoce como vallenato, a fines del siglo XIX no tenía un nombre específico, ni siquiera los cuatro ritmos o aires musicales que lo componen se habían clasificado. En esos tiempos por uno de los puertos marítimos de Colombia, algún marinero de los muchos que visitaban ese país, introdujo un instrumento desconocido para la época, el acordeón.

Pero como todas las cosas que nacen para ser grandes, el acordeón recibió el rechazo de las clases sociales de aquel entonces y no era aceptado en reuniones y festejos de las familias pudientes de la costa atlántica.

Los instrumentos más usados entre ellos eran piano, guitarra,  tiple, violín y otros no menos sofisticados, que servían para interpretar la música procedente de las Antillas, principalmente de Cuba, que era la mayor influencia musical que existía.

Publicidad

El acordeón encontró un lugar en las clases más populares y desde allí servía para sus parrandas. Nacieron entonces ritmos que el pueblo bailaba, como el chandé, el pajarito, la colita y otros más que hoy en día no se conocen porque para esa época la industria fonográfica no existía. También se cuenta de otros ritmos que en otra región de la costa atlántica se interpretaron con este instrumento sonoro, son ellos el porro y la cumbia, pertenecientes a la región sabanera, que comprendía los departamentos de Bolívar y Córdoba.

De allí la gran polémica existente sobre la introducción del acordeón a Colombia. Los de La Guajira sostienen que este instrumento alemán llegó vía Riohacha, y los sabaneros defienden la tesis de que llegó por el golfo del Darién, donde estaba la ciudad más antigua de Colombia, Santa María.

Sin embargo, se considera la ciudad de Cartagena como la más posible receptora del acordeón, debido a que era este el puerto que más frecuentaban los visitantes.

Publicidad

Pero el destino quiso que a alguien se le ocurriera juntar las guitarras con este vapuleado instrumento y se consiguió una tonalidad musical que aceptaron los pobladores.

Desde allí nació esta clase de conjuntos, interpretando música que aún no se llamaba vallenato, hasta mediados de 1910, cuando aparecieron acordeoneros solistas que impusieron estilos como Luis Enrique Martínez, Abel Antonio Villa y después Alejo Durán.

Publicidad

Estos conjuntos se caracterizaban porque el acordeonero era el mismo cantante y se hacía acompañar de una caja y una guacharaca. La primera es un tambor pequeño con cuerpo de madera tallado en su interior y con un parche que para entonces era de cuero de chivo. La guacharaca se hace de un arbusto que se conoce con el nombre de lata de puas.