Varios reporteros de televisión abordaron en medio de un parafernalia de seguridad, a la Primera Dama en Guayaquil, adonde acudió según las propias palabras de esta diputada, “a cumplir actividades académicas particulares” (sic).

Interrogada sobre el presunto abuso sexual a varios niños en Galápagos, grandilocuentemente dijo –palabras más, palabras menos– “que personalmente dispondría se instaure un tratamiento médico y psicológico a corto plazo y de manera consuetudinaria a los niños que sufrieron el abuso”. En ese corto reportaje de menos de un minuto, las imágenes y palabras evidenciaron otra realidad: el pésimo uso del lenguaje, frecuentemente con términos rimbombantes de los cuales ignora su significado.

Además, ¿por qué si como estudiante asiste y bajo la modalidad semipresencial a la maestría en salud pública en Guayaquil, usaría –como se vio explícitamente en las imágenes– no menos de cinco autos polarizados 4x4, guardias de seguridad, motos y patrulleros pagados por nosotros?

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Está bien que la doctora Bohórquez estudie y sea dueña de lo que habla, pero el pueblo no debe ser esclavo de lo que gasta.

Dr. Pablo Izquierdo Pinos
Quito