Las nuevas restricciones de viaje impuestas por el gobierno estadounidense contra Cuba han hecho resurgir el debate vigente desde hace 40 años: ¿El embargo debilita al gobierno de Fidel Castro, o lo fortalece?
 
Las medidas más recientes del presidente George W. Bush ponen de manifiesto claramente cuál es su posición: el mandatario cree que las lagunas del embargo han servido de cuerda de salvamento al gobierno de Castro.
 
A la medianoche del miércoles, entran en vigor nuevas regulaciones destinadas a reducir drásticamente la corriente de dólares hacia Cuba procedentes de los Estados Unidos, principalmente de los cubano-norteamericanos.
 
Si se ponen en vigor tal como están diseñadas, las medidas podrían privar a la isla de unos 150 millones de dólares al año, según cálculos del gobierno.
 
Las medidas se imponen pese a la creciente decepción del Congreso con el embargo. El año pasado los legisladores aprobaron una medida que levantaba las restricciones sobre los viajes a Cuba. La amenaza de un veto presidencial hizo empero que fuese descartada.
 
Los defensores del levantamiento de restricciones afirman que el turismo estadounidense llevaría las semillas de la democracia a Cuba. El gobierno de Bush afirma en cambio que el principal efecto sería una bonanza económica para Castro.
 
Las medidas que entran en vigor el jueves parecen tomadas en parte debido a la proximidad de las elecciones presidenciales de noviembre. En el año 2000, la ventaja de cuatro votos a uno obtenida por Bush frente a Al Gore entre los cubano-norteamericanos de la Florida ayudó a que Bush ganase ese estado -- por apenas 537 votos -- y por tanto las elecciones presidenciales.
 
No está claro que Bush pueda retener ese margen esta vez. Para hacer tal cosa, el mandatario considera que una política hostil hacia Castro es su mejor arma. Su rival demócrata, John Kerry, respalda el embargo, pero hasta ahora Bush ha demostrado mayor afán en hacer frente a Castro.
 
Después del miércoles, los yatistas basados en Estados Unidos no recibirán más licencias de la guardia costera para entrar en aguas cubanas. Desde 1996, unos 1.200 barqueros privados han recibido licencias para amarrar en puertos cubanos.
 
Las autoridades cubanas han proporcionado regularmente a estos yatistas una carta en que certificaban que el gobierno cubano había cubierto todos los costos de la estancia de los barqueros en la isla.
 
Funcionarios del Departamento de Estado han dicho empero que esos certificados eran falsos y que las visitas generaban una bonanza económica para la isla.
 
Técnicamente, los viajes a Cuba son legales, pero gastar dólares allí está prohibido, salvo en lo que se refiere a las visitas familiares o profesionales.
 
La nueva política estipula que el Departamento del Tesoro no aprobará visita alguna basada en la presunción de que el gobierno cubano asumirá los costos.
 
No se aprobarán tampoco licencias para el envío de ropas, jabones u otros artículos higiénicos.