Cada vez que viajo a Guayaquil me toca soportar en esa ciudad a unos señores que se suben al transporte público a “vender” caramelos, obligando a todos los pasajeros a comprarles dichos productos. Si uno no lo hace, le dicen que ellos salieron de “la Peni” (Penitenciaría).

Es más, si uno viaja solo en el bus y le toca quedarse en el kilómetro 7½, debe soportarlos y verse obligado a que se les entregue el dinero que uno carga, y sin poder decirles nada. Lo  digo porque a mí me tocó vivir esa terrible experiencia,  sintiéndome impotente.

Por eso quiero que las autoridades o policías den una vuelta por todo el sector de la urbanización La Florida hasta el kilómetro 7½, para que comprueben lo de esos delincuentes, que amedrentan a los transeúntes y pasajeros de todo bus, pues son falsos carameleros.

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Pablo César León Torres
Daule