Millones de personas del mundo entero siguen diariamente, por medio de la prensa, cuanto sucede en nuestras islas Galápagos. Son felices cuando se publica un nuevo libro o una buena crónica sobre su imponderable biodiversidad. La mayoría de ellos tiene anotada en su agenda una visita al archipiélago, para  cumplir uno de los sueños de su existencia. El ciudadano de los países desarrollados sabe cuán importante será para la vida de su espíritu entablar un diálogo con la naturaleza, que para algunos se ha interrumpido y para otros no ha tenido lugar jamás.

Desgraciadamente, en los últimos años han tenido lugar en las islas varios acontecimientos que han causado lesiones a su equilibrio ecológico. Entre ellos está presente en la memoria el drama producido en inicios del año 2001 por el encallamiento del tanquero Jéssica en Bahía Naufragio. El barco, perteneciente a Ecotramar, llevaba 80.000 galones de IFO 120 y 160 galones de diésel, por pedido de la compañía Martipa, uno de cuyos tanqueros se había accidentado.

Siempre quedará en la memoria el recuerdo ingrato de la contaminación del entorno, por haberse utilizado un barco vetusto para el transporte del combustible.

Conviene destacar que los problemas más recientes que han afectado a las islas son de índoles económica y política. La primera por los altos ingresos que produce el turismo internacional y por la pesca industrial que irrespeta normas establecidas al respecto. Y la segunda por la injerencia de organismos burocráticos y personajes políticos en decisiones técnicas y científicas que corresponden a las autoridades del Parque Nacional Galápagos y de la Fundación Charles Darwin, especialmente.

Los incidentes provocados por los pescadores de pepinos de mar tienen también orígenes económico y político, en mi opinión. Sus protagonistas debieran comprender que la limitación de su pesca constituye la defensa de la gallina de los huevos de oro. Declarar la bárbara libertad de su pesca equivaldría a romper la ecología del archipiélago. Contribuir a la extinción de una especie marina de imponderable valor y decretar que tendrán los pescadores “pan para hoy y hambre para mañana”.

En un artículo anterior relevamos los factores que, a nuestro parecer, han influido negativamente en las islas. Ellos son: a) el crecimiento descontrolado de la población por asentamientos que rompen el equilibro ambiental; b) la introducción de flora y fauna ajenos al entorno; animales como el gato, el perro y el chivo se han vuelto salvajes y destruyen cuanto se halla a su paso; c) la pesca en sectores limitados o prohibidos; la exterminación de especies como el tiburón; d) excesos en el tamaño y la capacidad de algunas embarcaciones turísticas... La lista sería demasiado grande, si quisiéramos terminarla.