La noche del martes, el caso de Franklin Salas fue titular de importancia en todos los noticiarios. El jugador de Liga de Quito y de la Selección fue acusado de “intento de violación”, decían los avances. ¿Fue impresión mía o se quiso suavizar la noticia? Porque de lo que nos enteramos, por las palabras del propio director de la Policía Judicial de Pichincha, es que a Salas se le acusa de violar a una menor, no de intentarlo.

Por lo demás, el manejo editorial del caso fue extremadamente cuidadoso en todos los canales. ¡Qué impecable estuvo la TV! Los reporteros y conductores demostraron que sí pueden tomar las precauciones de redacción y lenguaje necesarias para no perjudicar a los implicados en un caso policial; que sí pueden manejar una noticia de crónica roja sin declarar culpable al acusado; que sí pueden tener presente aquel principio sobre la presunción de inocencia, etc.

A tal extremo de la corrección y la exquisitez llegaron los noticieros la noche del martes, que incluso utilizaron las palabras “el acusado está desaparecido”, ahí donde, tratándose de un sospechoso menos popular, hubieran dicho “el malhechor está prófugo”. Ojalá los periodistas de crónica roja de la televisión concedieran a todo hijo de vecino el mismo trato respetuoso de los derechos civiles que concedieron a Franklin Salas. ¿O hay que ser jugador de la Selección para merecerlo?

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Por lo que respecta a Rodrigo Paz, empeñado en estos días en el capítulo “aeropuerto de Quito” de su campaña televisiva hacia la alcaldía, no pudo evitar, la mañana del miércoles, ser interrogado por Andrés Carrión sobre el caso de su futbolista. “Usted cuídese, que le van a hacer lo mismo”, respondió. Se refería a que Carrión, como personaje público, está también expuesto a ese tipo de acusaciones falsas. Además, siguió la broma Paz, usted está pintón, vea esa corbata, jajajá.