Esta mañana nos une la memoria. Así inició su ponencia el poeta cubano Pablo Armando Fernández, aproximadamente a las 11h00 de ayer en la Casa de la Cultura del Guayas. “El recuerdo en común que tenemos es la que nos devuelve a Pablo Neruda”,  dijo.

Fernández señaló que la mesa redonda que integró ayer,  en la que también intervinieron el brasileño Thiago De Mello y las ecuatorianas Maritza Cino y Sonia Manzano,  más que rememorar el centenario del nacimiento del autor de Cantos ceremoniales, “celebra a la poesía de Neruda,  aquella que sigue viva entre nosotros”.

El cubano no dio un discurso académico. Habló con palabras sencillas, con ese lenguaje accesible que promulgaba Neruda. Rememoró sus diversos encuentros con el poeta chileno, que incluyen desde sus primeros acercamientos a su producción literaria, hasta la amistad profunda que forjaron a través de las letras.

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“Conocí sus virtudes mayores, sus encantamientos. Nuestra cercanía nos condujo a muchos lugares, a tener amistades en común; aprendí de su alegría”, comentó, entre otras anécdotas el escritor cubano.

Thiago De Mello
El poeta brasileño Thiago De Mello –traductor de la obra de Neruda al portugués–, fue el siguiente expositor.

Dijo De Mello que no le pasen el micrófono, porque quería que la gente conozca la voz de su corazón sin la intervención de la tecnología. La manera que utilizó para presentarse fue declamando uno de sus poemas marcados por el humanismo.

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Agradeció al pueblo ecuatoriano. Se declaró feliz de estar en un país tan hermoso y que,  además, forma parte de su amada Latinoamérica. Acto seguido se refirió a Pablo Neruda. Confesó que la amistad que lo unió al poeta fue “una de las mayores dádivas que la vida me ha dado. He vivido bañado por la luz de su ternura,  de su inteligencia y de su solidaridad”.

Asimismo anotó que más que ser “el poeta del siglo XX”,  como muchos lo han calificado, indicó que Neruda fue el poeta nacional de Chile, porque llegó a todos los estratos. Refirió, también, que Neruda es uno de los poetas más bellos, profundos y que más ha logrado conmover.

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Además de hacer comentarios sobre el autor de Odas elementales,  habló de la poesía en general. La definió como “la esencia de la belleza creadora del hombre”. Sentenció que si el presidente norteamericano George Bush hubiese leído algo de poesía, no se atreviera a hacer tanto daño a otros hombres.

De Mello compartió la musicalidad de su idioma natal, para concluir. Leyó el poema veinte del libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada en portugués, que desencadenó un gran aplauso.

La guayaquileña Maritza Cino hizo un recuento del significado de la obra de Neruda,  de su existencia. Lo describió de esa manera que solo los poetas lo pueden hacer. Nos dio a conocer al Neruda hombre, a través de metáforas.

La escritora habló también de sus memorias, de su Temuco de infancia. “Es ese Pablo que cumple cien años y continúa desbordándose, liberando y degustando las palabras, y nos desborda con un vendaval de imágenes, signadas por la solidaridad y la esperanza”, señaló.

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Manzano disertó sobre ‘El irresistible influjo nerudiano en las letras ecuatorianas’.
Nos  hizo retroceder en el tiempo. La poeta contó a los presentes cómo la marcaron un par de versos de Neruda en su infancia. Y, además, cómo estuvo presente la imagen del autor chileno en los bardos de este puerto en las décadas del 60, 70 y 80; cómo marcó su producción literaria y cómo los influyó ideológicamente. Entre otros comentarios, Manzano aseguró que “nadie puede abstraerse de la poesía de Neruda”.