En algunas ocasiones, sus argumentos quizás fueron legítimos; en otras, no. Pero a la larga, el resultado fue que se desaprovechó durante una década la oportunidad de obtener recursos adicionales que, bien aprovechados, habrían servido para impulsar el desarrollo del país.

Hoy la historia se repite. La producción de crudo ecuatoriano está estancada hace algunos años. Hacen falta inversiones y tecnología. Pero cada vez que se propone alguna fórmula de solución, el mismo bloque de sectores sociales y políticos se opone… sin ofrecer alternativas.

Es lo que acaba de ocurrir, una vez más. El Congreso ha descartado un conjunto de reformas a la ley de hidrocarburos, pero nadie ha propuesto a cambio un conjunto de reformas diferentes.

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Si la construcción del nuevo oleoducto y la modernización de los campos petroleros se hubiesen resuelto hace algunos años, incluso con un esquema imperfecto, hoy que el petróleo alcanza precios tan altos, el país tendría a su disposición recursos en abundancia como para plantearse desafíos inimaginados. En su lugar, lo único que escuchamos son objeciones ideológicas que tienen el defecto de no resolver los problemas concretos.

La historia se repite, las oportunidades no. ¿Lo entenderemos algún día?