El cierre de los centros de cuidado infantil implica dificultades en las familias que dependían de ellos.

Aunque el  rostro de Gloria Guzhñay denota tranquilidad, lo que cuenta revela la angustia que vive. En su casa ubicada en la cooperativa Miami Beach (Guasmo Sur), pasa apuros por conseguir dinero para mantener a sus tres hijos de 15, 10 y 2 años.

Gloria casi no tiene pedidos para confeccionar ropa, y su esposo gana apenas $  15 semanales cuando tiene trabajo como ayudante de albañilería.

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Su situación era menos complicada el año pasado cuando ella ganaba  $ 60 mensuales de bonificación por laborar como madre comunitaria, de 08h00 a 17h00. Atendía  a su hija menor y a otros 39 niños en la guardería Los Nenitos, ubicada a pocas cuadras de su hogar. Ese centro integraba el programa Operación Rescate Infantil (ORI), del Ministerio de Bienestar Social.

El cierre de este centro de atención infantil (desde mayo pasado), por problemas entre la directiva,  afectó la situación de siete madres comunitarias que trabajaban en él y la de por lo menos otras 50 de este barrio marginal de Guayaquil, que dejaban allí a sus hijos para salir a trabajar.

Ese es el caso de la hermana de Gloria, Rita Guzhñay, quien debió dejar su trabajo en una joyería para cuidar de sus tres hijos de 7, 3 y 2 años.

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En cambio, Cinthya Alejandro optó por dejar a su hija, Melanie, de 3, con su madre, Lidia Vite, lo que significó que también dejara de trabajar.

Este Diario comprobó que la situación de las madres se repite en otros cuatro sectores, donde dejaron de funcionar guarderías del  ORI.

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Estos centros de atención  infantil son: Alcázar del Suburbio (Callejón 28 y la Q),  Angelitos de Cristo (Colinas de Florida Norte, Mz 24, solar 2), Doce de Octubre,  en la cooperativa de igual nombre del Guasmo Sur; y otra situada en la  23 y la Q, a la salida de la vía Perimetral.

La primera guardería cerró por problemas en el pago a las cinco madres comunitarias que atendían a los 40 niños, cuenta Casilda González, moradora del sector.

Teresa Pérez, dueña de la casa donde funcionó la segunda guardería en la que ocho madres atendían a 60 niños, explica que esta cerró porque la fundación que la apadrinaba no cumplió  con el plan de la entrega de alimentos.

De la Doce de Octubre, con capacidad para 50 menores atendidos por siete madres, y de la ubicada en la  23 y la Q, los moradores  desconocen las razones del cierre de los centros de atención.

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Las guarderías están representadas por un comité de gestión integrado por un representante legal, tesorero, presidente de la organización y un padre de familia.

En estos centros, además de cuidado y alimentación, los pequeños reciben estimulación temprana e iniciación escolar (aprenden a hacer trazos, rasgar papeles y reconocer colores), indica Ana Salazar, quien espera que reabra la guardería Alcázar del Suburbio para volver a  trabajar.