Con mucha desolación vivimos la mayoría de los ecuatorianos en este país, al ver cómo se gasta tanto dinero en cosas fatuas, como fue el evento Miss Universo 2004.

Mientras tanto, la salud y educación están colapsadas por los mismos de siempre, y el pueblo muriéndose de inanición, sumergido en la ignorancia, sometido a ese gran pulpo que se llama Fondo Monetario Internacional.

Da horror enfermarse y saber que no hay quién nos atienda en los hospitales públicos, porque estos carecen de todo. Un ejemplo, el hospital de La Libertad, que  parece que ha sufrido una fumigación general, no hay medicinas ni buen trato al paciente. Lo que sí tenemos por acá son calles polvosas, basura apilada en las esquinas.

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Al frente del hospital de La Libertad se encuentra la agencia IESS en muy malas condiciones. ¡Quisiera ser una miss para estar bien atendida,  custodiada por policías, con buena alimentación, la mejor habitación, pasear en carro alegórico, y por cada gesto que haga, un gobernante, un político, darme una rosa amelia para adornar las casas de niños y madres pobres!

¡Cuántas cosas buenas se podrían dar de corazón! Miss Universo y mis necesidades; tanto dinero que se gastó en el certamen y no importó que detrás del escenario, nos quedamos muchos en la misma pobreza y desamparo. Sé que mis palabras no van a resolver el problema, pero está en la conciencia de los que gobiernan mi país.

Nínive del Rocío Noboa Tola
Salinas

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Según las noticias periodísticas, cerca del 50% del pueblo ecuatoriano es considerado pobre.

Haber gastado dólares en un evento mundial que no consideramos ni cultural ni turístico de promoción válida para este hermoso país, fue desde luego una fatal injusticia  contra todos los 6 millones de ecuatorianos pobres.

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La pregunta que quedó es: ¿Cuánto fue el gasto que ese evento de belleza tuvo para Ecuador? Triste, muy triste, señores gobernantes.

Cristovao Da Costa
Quito

Pasaron los días y los eventos, se fueron las misses, ganó Ecuador a Bolivia, llenó de orgullo iluso la Cumbre de la OEA.

¿Otra vez estaremos en “la mirada del mundo”? ¿Seremos anfitriones de algo grande? ¿Vamos a promocionar nuestra imagen de eficientes organizadores de certámenes? ¿Para qué? Para jolgorio de los que acudan a banquetes y cocteles, para las fotos de primeros mandatarios y su triste vanidad, para las fotos de las revistas de farándula y modas. Lo peor, para la retórica vacía y la elegante demagogia internacional que dizque será conocida, hiperbólicamente, en los  hemisferios; y el cinismo de que el convidante propone como tema central de larguísimos y vacuos discursos y de firmas de papelería intrascendente: la corrupción.

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Fabián Riofrío
Quito