He aquí el texto de Santa Margarita María Alacoque, religiosa de la Orden de la Visitación, a quien Jesús le encargó la propagación de la devoción a su Corazón:

“El Sagrado Corazón de Jesús me dio a conocer nuevamente que desea tanto ser amado, conocido y honrado por sus creaturas, que promete: que reconciliará a las familias desunidas; y asistirá y protegerá a cuantos se encuentren en cualquier necesidad y se acerquen a él confiadamente”.

Estas dos promesas han dado origen a la “Consagración de la Familia al Corazón de Jesús” (o entronización), por lo que la familia elige a Cristo como su Rey y Señor y le promete amor y fidelidad perpetuos.

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Esto implica que los miembros de la familia harán cuanto esté de su parte para darle gloria a Cristo en su casa, poniendo en práctica la gran ley del amor que él nos dio: amar a Dios, cumpliendo sus mandamientos, y amarse los unos a los otros como él nos amó.

La devoción al Corazón de Jesús (quizá fuera mejor decir la devoción a Jesús, que tiene un corazón que dio hasta la última gota de su sangre por nosotros) no es cosa de magia: pon una imagen del Sagrado Corazón... y todo se arregla como por encanto.

La devoción al Corazón de Jesús es cosa de mucho amor a los demás, porque él nos amó mucho y nos ama mucho.