Jugar al trompo es una tradición entre muchos niños en Guayaquil, así lo demuestran Jonathan Buri, Bryan Intriago, Jonathan Alarcón, José Ruiz y Jonathan Tigua.

Ellos se reúnen todas las tardes en su barrio del Batallón del Suburbio, la 43 y la H, para jugar al trompo, aparato que  está hecho de madera, tiene la forma de un cono y su punta es de acero.

La mayoría de los jóvenes busca al líder, Jonathan Tigua en su vivienda, pues en la parte exterior de la misma el piso es adecuado para hacer bailar prolongadamente el trompo, puesto que es de cemento.

Publicidad

Los chicos del sector adquieren este instrumento en un bazar cercano y tiene un valor de 0,50 centavos de dólar. Ya con el trompo en sus manos se preocupan de limarle bien su punta hasta dejarla redonda, lo que para ellos es  dejarla “papelito”.

El trompo tiene que quedar envuelto con la piola hasta la mitad, y lo que sobra de cuerda se envuelve en cualquier dedo, el que debe quedar  en la parte superior del trompo, y así ya está listo para hacerlo bailar, después de tirarlo al piso con fuerza mientras se jala la piola.

Las destrezas que se pueden hacer con el pedazo de madera son muchas, como, por ejemplo, coger el trompo que está bailando en el piso, pasarlo a la palma de la mano mientras este sigue girando.

Publicidad

El quiño es otra de las maneras de distraerse, ya que los concursantes deben golpear sus trompos mientras giran hasta dejar a un contrincante fuera del juego.

Lanzar el trompo y antes de que tope el suelo que caiga en la mano para que baile en la misma, es otra de las tácticas que implementan quienes gustan de este deporte popular. Esta técnica se la conoce como “la mariposa”, que así como “el vuelo” donde se colocan las piolas en el piso mientras las agarran con las manos y poco a poco las suben con mucho equilibrio.

Publicidad

La jornada no puede terminar sin ganador y este es quien hace bailar el trompo y más lejos lo lance con equilibrio.